Javier Negrete consiguió con La espada de fuego, primera parte de la tetralogía de Tramórea, gran éxito de crítica y público. Lejos de acomodarse en tan agradable situación, para la segunda parte de la saga, El espíritu del mago, da un vuelco importante contándonos una historia de magnitud mucho mayor, de mayor alcance y recorrido, más ambiciosa. Según mi criterio da en el centro de la diana con tal apuesta, situándose en la palestra de la fantasía heroica moderna, ésa tan cruel y cruda, que realiza una presentación afectuosa de personajes para a continuación matarlos o mutilarlos y de la que suelo hablaros en este blog.
El espíritu del mago mantiene la alta calidad en escritura, estilo y recursos narrativos, pero supera a su novela predecesora temerariamente, y digo esto porque establece una cota tan alta que difícilmente podrá mantenerse en las dos obras restantes. La supera enredando la historia, llevando muchos más hilos argumentales (en la primera parte encontrábamos uno principal y otro secundario), pero haciéndolos todos interesantes y cada uno de ellos por diferentes motivos: intrigas políticas, esperas calmas, búsquedas heroicas o mera supervivencia, manejando el ritmo a su gusto, enredando con sapiencia estos hilos para destejerlos más tarde y liarlos con otros, para llegar hasta un final que desde lejos se antoja apoteósico y no defrauda, en el que confluye medidamente todo lo contado con anterioridad.
Para ello, en primer lugar, Negrete enriquece el universo de Tramórea: añade ciudades bien distintas descritas de maravilla como Narak, Malib o Ilfatar, cada una con su cultura bien diferenciada, sus politiqueos y rasgos únicos. También muestra o profundiza sobre otros pueblos: los fanáticos Aifolu de ojos amarillos, ávidos de conquistas; las orgullosas Atagairas, una suerte de amazonas; los lascivos Glabros con sus terribles pájaros del terror; la reestructurada Horda Roja, quizá no en sus mejores horas, mas aún temible… por no hablar de otras criaturas cuya simple mención supondría desvelar demasiado.
En definitiva, construye un mundo variado en el que cabe prácticamente cualquier posibilidad.
Mayor de bloguedad
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Rescepto Indablog cumple hoy dieciocho años. Ya es mayor de bloguedad… y se
le nota. No en el sentido de maduro y responsable. Los años de blog son
como lo...
Hace 3 días