martes, 3 de agosto de 2010

RESEÑA: Tiempo de odio, de Andrzej Sapkowski

Tiempo de odio, segunda novela pero cuarta entrega de la saga de Geralt de Rivia, es una pequeña sinfonía literaria. Si con la primera y segunda entrega nos presentaban los instrumentos en forma de relatos sueltos, y con La sangre de los elfos estos instrumentos se desplegaban magistralmente en la sala de conciertos y empezaban a tocar para que nos hiciéramos a la idea de lo bien afinados que estaban, es ahora cuando todos se unen y entremezclan entre sí conformando una melodía embriagadora.


Desde el principio cada uno de ellos van tocando sus pequeños solos, dándose paso los unos a los otros en un crescendo que acaba enérgicamente en el largo clímax de los sucesos de la isla de Thanedd, momento en el cual todos los instrumentos tocan al mismo tiempo en un caos milimétricamente orquestado por Sapkowski. Tras esta explosión de acontecimientos, la música empieza a apaciguarse en un necesario decrescendo que irá poniendo en su sitio cada hilo argumental preparándose para el final de la novela, que empuja inexcusablemente hacia la siguiente, muy entrada la cual seguirán atándose cabos y resolviéndose misterios de los originados aquí.
Así, si en La sangre de los elfos se mostraba a los jugadores de una macropartida de un juego de estrategia y éstos comenzaban a mover, ahora estos movimientos se definen, se complican, muchos arriesgan, y empiezan a cobrarse piezas, dejando claro que algunos jugadores no solo no van de farol, sino que llevan la mano cargada y quieren aplastar a los demás, aunque como siempre, todos desean poseer el comodín que podría desequilibrar la balanza, y éste no es otro que Ciri.

MICRORRELATO: Por encima del bien y del mal

Si nada más despertarte te concentras, no dejas que ningún pensamiento perezoso acuda a tu mente, y tratas de hacer el esfuerzo de pensar en lo último en lo que tenías la cabeza, es probable que entonces recuerdes el sueño que tenías antes de que fueras arrancado de los brazos de Morfeo.
Al principio no resulta sencillo y sólo lo logras en pocas ocasiones, pues es fácil despistarse y una vez que esto ocurre es casi imposible arrancar nada de la memoria, por mucho que uno se esfuerce en realizar el ejercicio, pero con el tiempo puedes domar la voluntad y hacer de lo anterior un hábito, de tal manera que cada vez resultará más sencillo: es el secreto para recordar los sueños.
Yo vivo para mis sueños, pues en ellos las cosas suelen ir bien, así cada vez que me despierto me deleito con aquello con lo que estuviera instantes antes, paladeando cada detalle hasta el límite de que a veces me sorprendo a mí mismo salivando de la excitación, reaccionando con todo mi cuerpo. Claro, esto es un arma de doble filo, y muy afilada en verdad, pues en seguida la realidad hace volar mi fantasía como una ráfaga de viento un jirón de humo de un fuego apagado desde hace rato, que cuando desaparece no sabes seguro si estaba ahí de verdad o te lo habías inventado. Y la realidad deja de escribirse con erre y empieza a leerse con a de asco, y es que esto es lo que hay.
Aún con el paladeo de estas cenizas, no renunciaría a ellos, pues son la única manera de obtener lo que nunca tuve ni tendré, y en ellos viví las aventuras que para siempre me serán esquivas y estuve con la mujer con la que nunca estuve, hice lo que nunca hubiera hecho, más allá de la bondad y la maldad, escapando con sutil y descarada mofa de ellas, pues lo que uno sueña, más incluso que lo que uno desea, está por encima del bien y del mal.

RESEÑA: La sangre de los elfos, de Andrzej Sapkowski

Con La sangre de los elfos nos encontramos con la primera entrega novelada de la saga de Geralt de Rivia, con lo que desaparecen las aventuras independizadas mediante relatos de las anteriores entregas, El último deseo y La espada del destino, continuándose con la gran historia que ya se avanzara en los últimos dos relatos del anterior libro. Se trata pues de un cambio de formato radical y arriesgado, una apuesta que, sin duda, da en la diana.


Sapkowski podría haber continuado con los relatos, que eran un valor seguro para él, pero fue con las novelas con las que dio el autentico campanazo. No olvidemos que el éxito de esta saga en Europa del Este es comparable al del Capitán Alatriste de Pérez-Reverte en España, y éste es mucho éxito.

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