Hay escritores que se han ganado el tener su nombre escrito en letras de oro en el hall of fame de la literatura, y Kipling es uno de ellos. Este
hall of fame es figurado, pero si lo consideráramos como el premio Nobel, Kipling también lo ganó, entre otros reconocimientos. Fue el autor por excelencia del imperialismo británico en la India, a pesar de lo cual trató este país en su obra con exquisitos respeto y admiración. Su inspiración partió tanto de la experiencia propia (viajó mucho por el mar, vivió años en la India), pero también de una imaginación prodigiosa. Esto se puede apreciar por ejemplo en
El hombre que pudo reinar (El hombre que pudo reinar y otros cuentos, Valdemar), en el que partiendo de un hueco en el mapa parte de Afganistán llamado Kafiristán lleno de misterio, se inventa una historia en la que tan solo dos aventureros británicos tratarán de conquistarlo con la ayuda de un puñado de rifles, bastante perspicacia y mucha valentía.
La trama es apasionante y apasionada, al igual que la forma en que está contada alternando el rigor de la primera persona del mismo Kipling (que es literalmente al que le cuentan la aventura) con la subjetividad rayando en la locura de la versión del aventurero.
He de mencionar que este estupendo y extraño cuento dio lugar a una obra maestra del cine de aventuras dirigida por otro genio, John Huston y con inspiradísimas interpretaciones de sus dos protagonistas, Sean Connery y Michael Caine.