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lunes, 12 de enero de 2015

top 5 del 2014

Últimamente he visto por aquí y por allá unas cuantas listas de las mejores lecturas del año, y aunque yo no soy muy de listas, y en lo que a los libros que me llevo a las manos me considero bastante picaflor, tanto en el género de la obra como en el momento en que fue escrita, sí que me he dado cuenta de que sí que he leído y reseñado muchos libros editados este 2014 en concreto, así que voy a hacer un muy subjetivo top 5 sin meditarlo en exceso, aunque sea tan solo para que lo podáis tener en cuenta como recomendaciones la próxima vez que visitéis vuestra librería de confianza.

Allá van, y para no causar tensión con una cuenta atrás que remueva el colesterol navideño, empezaré por mi lectura favorita del año e iré completando el top:

1 – El océano al final del camino, de Neil Gaiman: una de esas pequeñas novelas vestidas de poco ambiciosa literatura juvenil,  pero que llena. Disfrutamos al mejor Gaiman, que nos plantea una fábula imaginativa, inquietante y deliciosa. Leer reseña.


2 – Terra Nova vol. 3. Antología de ciencia ficción (varios): una colección variopinta de varios autores contrastados, nacionales e internacionales, planteándonos especulaciones no solo interesantes, sino muy adecuadas para estos, nuestros tiempos. Como sus predecesoras, ha ganado (y ganará) múltiples premios. Leer reseña.

3 – Nacido de hombre y mujer y otros cuentos, de Richard Matheson: la primera parte de los cuentos completos de Matheson es un imprescindible de la literatura de terror y ciencia ficción del siglo XX. Y un gustazo reeditado este año para disfrutar de lo lindo. Leer reseña.

4 – Mañana todavía. 12 distopías para el siglo XXI (varios): quizá no tan brillante como Terra Nova, pero no se queda lejos. Los mejores escritores patrios escribiendo futuros chungos, con algunos relatos excelentes y una novela corta de Javier Negrete genial. Leer reseña.

5 – La música del silencio, de Patrick Rothfuss: una visión diferente del universo fantástico de Kvothe en la visión de Auri, uno de sus principales secundarios. Prosa poética, singulares descripciones y ausencia de diálogos conforman una experiencia lectora bien lejana de la común en el autor. Leer reseña.

Y esto es lo que hay. Por si sabe a poco, destacaría también la singular mezcla de lo natural y lo bizarro de Víbora de Sapkowski, pero no me llegó tanto como sus otras obras, o la antología Cuentos para Algernon vol. 2, mas como los fui leyendo uno a uno, no juzgo como conjunto.

¿Qué os parecen mis elecciones? ¿Cuáles serían las vuestras?

martes, 20 de mayo de 2014

RESEÑA: El océano al final del camino, de Neil Gaiman

Hay algunos autores que brillan de forma especial con determinados formatos concretos de escritura. De Maupassant, por ejemplo, era un buen novelista, pero un relatista como no he leído otro igual. A Tolkien le pasaba lo contrario: buen ensayista o cuentista, cuanto más se alargara en sus ficciones, mejor las escribía. A Neil Gaiman le sucede algo similar. Sin entrar en su labor (perfecta) como guionista de cómic y limitándonos a sus novelas, según mi opinión es un buen escritor se ponga con lo que se ponga: crea buenos relatos (Objetos Frágiles) y buenas historias largas y enrevesadas (American gods), pero cuando logra brillar con verdadera intensidad es con sus novelas cortas, con cuentos perversos en apariencia de ámbito juvenil pero que disfrutaremos mucho más los lectores más rodados, como las célebres Stardust o Coraline, la genial El libro del cementerio, o esta El océano al final del camino.


No es casualidad que Gaiman empezara su reciente El océano al final del camino (2013) como relato, pero acabara marchándosele de las manos hasta relato largo, novela corta y finalmente hasta novela: la historia en sí es realmente sencilla. No obstante existen varios elementos que hacen que esta sencillez sea imposible de identificar con simplicidad. La gran cantidad de matices añadidos por el escritor a los escenario, al desarrollo de la acción y sobre todo a los personajes sería más que suficiente, pero es que además nos encontramos con ese Gaiman más inspirado, especialmente refinado y sensible, contándonos aun los más brutales y perturbadores actos de tal manera que entran con la suavidad del terciopelo.

Además, resulta obvio identificar al Gaiman de siempre como creador de pequeños universos, alambicados y oscuros, pero consistentes, paralelos y coexistentes con el nuestro: ese Londres de Abajo de Neverwhere, el mundo abotonado de Coraline, el Cementerio del libro del ídem, el Más allá del Muro de Stardust… Existen junto a nosotros sin darnos cuenta, claro, hasta que alguien (el protagonista) se da de bruces contra él. En este caso tan solo tendrá que salir por la puerta de su casa y caminar hasta el final del camino para encontrarse con poderes primigenios de diferentes carices, que cómo no, acabarán implicándole de forma directa.

lunes, 9 de septiembre de 2013

RESEÑA: American Gods, de Neil Gaiman

Surge espontanea y periódicamente entre los seguidores de Neil Gaiman la tonta pregunta de si es mejor guionista de cómic o novelista. Es una pregunta tonta porque se refiere a dos artes diferentes y porque siendo un buen novelista, hablamos de uno de los mayores artistas de la historia de la viñeta, con lo que caso de plantear esta cuestión, creo acabo de dar mi opinión al respecto. Particularmente creo que sería de mayor interés el preguntarse por los puntos de encuentro entre sus creaciones en ambas artes, y si ya señalé que en Neverwhere era fácilmente encontrable al Gaiman historietista, es sin duda American Gods la obra en que se percibe mejor cómo ambos creadores convergen.


Por un lado tenemos el estilo narrativo, donde reconocemos las páginas de esos números de Sandman en los que Morfeo no aparecía o lo hacía de forma casi testimonial, pero sobre todo aquí encontramos al Gaiman capaz de crear mundos fantásticos de forma sostenible, compacta y creíble.

En American Gods desarrolla paralelo y coexistente a nuestra cotidiana existencia un Estados Unidos poblado por un buen puñado de dioses que caminan entre nosotros, mas no precisamente todopoderosos, sino vulnerables, pues sacan su poder de la fe remanente en ellos. Además, nos limitamos a una América más volcada en los casinos, la tecnología o la televisión (una suerte de nuevos y antagonistas dioses), que en ídolos sumerios ya olvidados excepto quizá en los museos de arqueología (euroasia poseería sus propias instancias de las entidades).

lunes, 4 de marzo de 2013

RESEÑA: Neverwhere, de Neil Gaiman

Richard Mayhew es un tipo corriente y moliente. Trabaja en una oficina, vive en un pisucho y lleva una vida tan corriente como él en un Londres contemporáneo. Lo único que se sale un poco de lo normal, quizá, es una novia ambiciosa y demasiado guapa para él, tan dominante que bien podría considerarse a sí mismo como un calzonazos. Entonces, una noche extraña tras un mal día, encuentra por la calle a una chica malherida a la que, un poco por pena, otro por impulso, decidirá ayudar. Este encuentro con Puerta, pues tan curioso nombre tiene, sacudirá su existencia normal, llevándolo a asomarse a la boca del lobo, un mundo paralelo al que conoce, pero mágico, bizarro, sorprendente y muy, muy peligroso. Vivía en Londres, ahora intentará sobrevivir a Londres de Abajo. Bienvenidos a Neverwhere, de Neil Gaiman.


Neverwhere es la primera novela en solitario de Neil Gaiman, tras la colaboración con Sir Terry Pratchett para escribir la divertidísima Buenos Presagios. Así podríamos decir que es su opera prima, pero si realizáramos tal afirmación, tendríamos que añadirle un asterisco del tamaño del Museo Británico. En el año en que apareció, 1996, Neil Gaiman ponía el punto final a los guiones para la serie regular de su gran obra maestra para el noveno arte: The Sandman, tras ocho años ininterrumpidos de genialidad. Así que a pesar de cambiar viñetas por novelas, era un más que bregado contador de historias, muchas de ellas ambiciosas, largas y de mayor alcance que la mayor parte de los libros que he leído.

De esta forma, aunque se note al autor primerizo en algunos aspectos, como una búsqueda demasiado dilatada del manejo del ritmo de la narración, un ligero exceso de bombardeo de ideas hacia el lector, o cierta previsibilidad en el curso de los acontecimientos, podemos perdonar estos defectillos tan solo echando un vistazo a las virtudes de Neverwhere. La narración puede que sea imperfecta, pero es entusiasta. Cierto es que hay muchas ideas, pero son brillantes, genuinamente “gaimanescas”, y aunque veamos venir algunos hechos (tampoco demasiados), esto nos da igual, porque la historia es sobradamente interesante, despierta avidez lectora e iremos conociéndola con gusto.

viernes, 11 de mayo de 2012

Neil Gaiman dixit

Mientras decido mi próxima lectura, con cuidado para no solaparla con Danza de Dragones (a la venta el 13 de julio en la edición rústica que casi todos tenemos y el 22 de junio en la de coleccionista, más cara; se las saben todas estos editores: si lo quieres antes, paga más), estoy poniéndome -solo un poco- al día con el genial cómic The Sandman que lanzó a la fama al estupendo creador Neil Gaiman. He seleccionado un par de citas del último tomo que he acabado y quiero compartirlas con vosotros. La primera es un brindis, y como cómic es, qué mejor que mostraros la viñeta, escrita por Gaiman y dibujada por el estupendo Kelley Jones en una serie cuyo nombre aparece escrito en la misma:


La traducción no es la mismo en el recorte que os presento que en la edición que yo tengo; me gusta más la mía:

"Por los amigos ausentes, los amores perdidos, los antiguos dioses y la estación de nieblas. Al César lo que es del César y al Demonio lo que es del Demonio."

El brindis lo realizan Sueño, existente desde antes que los dioses mismos, y Hob, un hombre, casi amigo del eterno, que lleva campando por la tierra varios cientos de años y por tanto también es bastante experimentado.

La segunda cita es una suerte de definición que me ha llamado la atención, realizada por el propio escritor en un epílogo fuera del cómic:  

"Una historia es cualquier cosa que hace que el lector pase la página y que, cuando haya terminado de leer, no se sienta engañado. En mi opinión es la única regla crítica para una historia; por lo demás, todo vale."

jueves, 19 de abril de 2012

RESEÑA: Objetos frágiles, de Neil Gaiman

Objetos frágiles es una colección de relatos de Neil Gaiman realmente heterogénea, para lo bueno y para lo malo.





Para lo bueno porque es muy dinámica y entretenida, y al no estar interconectados unos con otros, pueden ser leídos independientemente, realizando si se desean largos parones que no harán perder el hilo de narración alguna. Para lo malo porque el estilo, temática, tono y calidad de los relatos es tan variado que a veces resultará brusco el salto de unos a otros. Además, han sido escritos a lo largo de muchos años, con lo que el evidente crecimiento de Gaiman como narrador más allá del cómic no se evidencia: independientemente de las buenas ideas, que nunca le han faltado al escritor, la realización formal de las mismas es en ocasiones de gran brillantez, pero en otras, para nada deficiente pero sí de una simplicidad que supone un contraste con las anteriores. Esto es, por otro lado, el fruto de que el abanico temporal que recoge la antología incluye obras tempranas y otras en las que Gaiman ya había alcanzado madurez como escritor.

La extensión de los relatos también es variada, oscilando entre los muy cortos y los medios: digamos entre tres y treinta páginas. También incluye algún poema corto, casi de forma testimonial, así como colecciones de microrrelatos. En total, unos treinta cuentos, el último de los cuales rescata a Sombra, el protagonista de American gods, la más célebre novela de Gaiman, en una buena historia en la línea de su predecesora.

Un detalle que me ha llamado la atención y es de obligada mención es que en algunas de las historias es claramente reconocible el Gaiman de The Sandman, oscuro y bailando entre lo onírico y surrealista, más cercano al mundo de las sensaciones extrañas y las historias sin principio ni final que al de la narración en el que se mueve más habitualmente en sus novelas, pero este hecho también es natural e inherente al formato de relato.

Otro elemento de frecuente aparición en Objetos Frágiles que merece la pena mencionar es el gusto por la metanarración, esto es: una buena cantidad de los cuentos consisten en los protagonistas de los mismos contando historias dentro de la historia, incluso hablándonos del sentido de las mismas (o de su ausencia). A mí este siempre me parece un concepto atractivo, y verdaderamente Neil Gaiman hace que luzca.

martes, 15 de noviembre de 2011

Stardust (2007), de Matthew Vaughn

No es tarea fácil realizar una adaptación de una buena novela al cine, pero Stardust es ejemplar en este sentido.


Veámoslo con un poco de perspectiva, esto de las adaptaciones de obras fantásticas. Si el libro es malo, la peli será casi siempre mala (saga Corpúsculo). Ante obras literarias que pasen por poco de correctas, las películas andarán también por ahí (Harry Potter, con sus más y sus menos). A veces se obtienen productos mediocres de materia prima (discutiblemente) buena, como las aburridas versiones cinematográficas de Narnia. O partiendo de algo indiscutiblemente bueno para acabar traicionando su espíritu en una amalgama fallida, como en Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton. Otras veces se nace de una obra maestra como La Iliada y llegamos a Troya, un producto muy irregular, con momentos brillantes y otros rayando lo irrisorio. Muy pocas veces el resultado brilla con luz propia, pero las hay. Pensemos en El Señor de los Anillos, obra cumbre del fantástico escrito y también extraordinarias películas. ¿Cuál es el secreto? Pues no abandonar nunca el espíritu original, pero tener siempre presente que se trata de una adaptación, un cambio radical de lenguaje para el cual se pueden y deben tomar ciertas licencias: suprimir capítulos, cambiar personajes, reforzar o minimizar, pues lo que funciona en el papel no necesariamente lo hace en la pantalla, y viceversa. El Señor de los Anillos hace esto exactamente, y Stardust, salvando las distancias, hace lo mismo.

Gran cantidad de pasajes son exactamente los mismos en la novela de Neil Gaiman y en la película de Matthew Vaughn, aquellos que funcionan en los dos medios. Es evidente que si tienes un momento brillante, un diálogo mágico, sería estúpido no emplearlo tal cual. Otros han sido suprimidos, pues aportarían poco más que trasfondo a cambio de pesar demasiado en el ritmo cinematográfico. También se suprimen personajes por éste motivo. Y por supuesto se refuerzan o transforman otros, como el de Lamia o el del capitán Shakespeare, inexistente en el libro y que funciona a la perfección en la pantalla, siendo el eje del romance. También hay cambios importantes en la historia, con un clímax final bien diferente, sencillamente porque el decrescendo del libro no hubiera funcionado, por razones evidentes, pero que no señalaré por no desvelar nada.

Para haceros una idea del tono, basta con esta importante escena del inicio del film, con Peter O’Toole como rey de Stormhold, Mark Strong como príncipe Septimus y Rupert Everett como Secundus. Llena de humor negro; vaya la calaña de algunos de los personajes:

domingo, 6 de noviembre de 2011

RESEÑA: Stardust, de Neil Gaiman

Hace unas semanas os hablaba mediante un ejemplo práctico de los placeres de la lectura, señalando uno de esos deliciosos momentos en los que, como lector, tras disfrutar de unas bellas palabras del libro que en ese momento tenía entre manos, me había visto obligado a levantar la vista del papel para paladearlas, disfrutando todo lo posible de aquella inspiradora experiencia lectora. Si queréis leer el texto exacto, fue ÉSTE. La novela en cuestión era Stardust. El responsable de la misma, Neil Gaiman, uno de los autores favoritos de este blog.


Stardust tiene un formato de cuento largo episódico, en un tono amable y con una escritura pulcra y cuidada, engañosamente simple. Tanto en estilo como en temática Stardust recuerdan a uno de los escritores favoritos de Gaiman: C. S. Lewis. Una historia fantástica disfrutable por todos los públicos, pero sin la intención moralizante ni las alegorías religiosas del creador de la célebre saga de Narnia.

La historia, si bien no es excesivamente original a priori, sí es muy imaginativa a poco que profundicemos. Existe un pueblo inglés llamado Muro precisamente por la existencia de un muro en el mismo. En éste hay un paso al País de las Hadas, que cruzará el joven de pasado incierto Tristran Thorn, como su padre hizo años atrás, con un firme propósito, pero en realidad al encuentro de un futuro aún más incierto.

O sea, la típica historia de un ingenuo joven en busca de aventuras que provocarán una profunda transformación en él. Hasta ahí todo es más o menos un Alicia en el País de las Maravillas estándar, si es que esto existe, pero ahora es donde entra en juego la inagotable imaginación de Neil Gaiman y su pericia para contar historias y construir personajes carismáticos.

sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Por qué leer?, ¿por qué escribir?

Estaba anoche con la novela que tengo ahora entre manos descansando sobre mi pecho, mientras yo la degustaba con placidez acostado en la cama, cuando mis ojos se encontraron con las siguientes palabras:  

(...)

Dunstan se dio cuenta de cómo la tela sedosa de su vestido se aferraba a su cuerpo; fue consciente de sus curvas elegantes y de sus ojos violeta puestos sobre él, y tragó saliva. 

 Dunstan se metió la mano en el bolsillo y sacó su pañuelo. Ya no podía mirar a la mujer. Volcó el dinero sobre el mostrador. 
  —Cóbrate lo que valga esto —dijo, escogiendo de la mesa una campanilla blanca y pura. 
  —En este tenderete no aceptamos dinero. —Le devolvió las monedas. 
  —¿No? ¿Y entonces qué aceptáis? 
  —Ahora estaba de lo más nervioso y su única misión era obtener una flor para... para Daisy, Daisy Hempstock... obtener su flor y partir, porque, a decir verdad, la joven le estaba haciendo sentir terriblemente incómodo. 
  —Podría quedarme el color de tu pelo —dijo ella—. o todos tus recuerdos antes de los tres años. Podría quedarme con el oído de tu oreja izquierda... no todo, sólo el suficiente como para que no disfrutaras de la música, ni de la corriente de un río, ni del suspiro del viento. 
  Dunstan sacudió la cabeza. 
  —O un beso tuyo. Un beso, aquí en mi mejilla. 
  —¡Eso lo pagaré de buen grado! —dijo Dunstan, que se inclinó sobre el tenderete, entre el repiqueteo de las flores de cristal, y depositó un beso casto en su suave mejilla. Entonces pudo oler su aroma, embriagador, mágico; le llenó la cabeza y el pecho y la mente. 
  —Bien, ya está —dijo ella, y le entregó su campanilla blanca. Él la tomó con unas manos que de pronto le parecían enormes y torpes, en absoluto pequeñas y perfectas en todos los aspectos, como las de la chica del país de las hadas—. Y esta noche volveremos a vernos aquí, Dunstan Thorn, cuando la luna se oculte. Ven aquí y silba como un mochuelo. ¿Sabes hacerlo? 
  Él asintió y se alejó de ella vacilante; no le hacía falta preguntar cómo sabía su apellido, se lo había arrancado, junto con otras cosas, como por ejemplo su corazón, cuando él la besó. La campanilla cantaba en su mano.
(...)

Inmediatamente después de leer este fragmento, tuve que cerrar el libro y clavar la mirada en el techo blanco y soso del dormitorio, imbuido por el éxtasis lector. Y a continuación pensé "por esto quiero escribir, para que alguna vez alguien aparte sus ojos del papel, disfrutando de un pequeño momento de satisfacción verdadera por algo que yo le haya contado".

lunes, 15 de agosto de 2011

RESEÑA: El libro del cementerio, de Neil Gaiman

A veces me pregunto si, dentro del género fantástico, sólo se es capaz de captar mayoritariamente al público adolescente con productos de medio pelo. Dos de los tres mayores éxitos editoriales de la última década lo son. El primero, la saga multimillonaria del niño mago, que he leído entera, y que no niego me ha deparado la satisfacción de poder pasarme a un idioma que no es el mío sin que me planteara problemas lectores, debido a su extrema simplicidad. Eso sí, literariamente no pasa del aprobado y en una balanza  ganarían los pros a los contras, pero sin holgura. El otro éxito es una saga ciertamente terrible repleta de conceptos ridículos ideados por una autora ultraconservadora. Sí, ya sabéis, vampiros de piel diamantina a la luz del día (¡!). Una opción mucho más cercana a la novelita rosa de un duro que al terror que pretende. Repito: terrible.
¿Y esto a cuento de qué? Pues sencillamente porque mientras se perpetran estos libros también se escriben otros cuyo público objetivo es el mismo, y además son buenos. Incluso muy buenos. Uno de ellos es El libro del cementerio de Neil Gaiman.



El libro del cementerio es, básicamente, un cuento. Escrito de una manera deliberadamente sencilla, nos lleva a un entorno de historia de terror descrito con una amabilidad y maestría que hacen sentirse cómodo al lector, que no necesita sustos o clímax cada dos páginas para disfrutar de la experiencia. Interesado por las intrigas planteadas con un ritmo acertado, en unos capítulos que casi son relatos autoconclusivos, éste seguirá la narración realizada con pasmosa naturalidad, asimilando con desahogo los elementos sobrenaturales –que son casi todos– dentro de una historia finamente hilvanada.

Pero ojo, basta que demos un paso atrás y observemos el argumento con un poco de perspectiva para darnos cuenta de que estamos frente a un cuento, sí, pero uno macabro y con retales de violencia y sabor a veces agridulce, y si no echemos un vistazo al primer capítulo: un sádico armado con un cuchillo, el hombre Jack, se introduce con premeditación, alevosía y nocturnidad en un tranquilo hogar. Allí, con singular profesionalidad, asesina sin miramientos al padre, la madre y la hija, una niña. Tan solo el hijo, apenas un bebé, y de forma casi casual, sale gateando por la puerta entreabierta de la casa, y seducido por la niebla nocturna, llega hasta un cementerio cercano. Hasta allí le persigue el criminal, y cuando está cerca la fatalidad, los espectros de los enterrados en el camposanto deciden adoptar al bebé, ocultándolo entre ellos y rebautizándolo con el nombre de Nadie –Nad para los amigos–, pues a nadie se parece. Algo siniestro, ¿no? Pero, ¿acaso no lo son en realidad casi todos los cuentos clásicos (daré una pista: cambiemos asesino por tigre y fantasmas por familia de lobos y otras criaturas selváticas. Sí, es un homenaje/reescritura de la historia de Mowgli en El Libro de la Selva, del gran Rudyard Kipling)? También como aquellos, con un aroma muchas veces dulce y poético.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Neil Gaiman sobre Canción de Hielo y Fuego

Le preguntaba un fan a Neil Gaiman en su blog personal acerca de su opinión sobre uno de los temas de moda de los últimos años: el lento ritmo de escritura de George R. R. Martin de la saga Canción de Hielo y Fuego.

La respuesta, por fortuna extensa, coincide bastante (digamos al 70%) con mi opinión. También es generalizable a todos los escritores durante el proceso de creación de sus novelas, especialmente las sagas.

Si queréis la respuesta corta, es que en un sorprendente giro de los acontecimientos, los escritores también son humanos (aunque aún no está demostrado fehacientemente). Como le dice Gaiman a su fan George R.R. Martin is not your bitch (George R.R. Martin no es tu puta).

Para la respuesta larga (y en inglés), leed el siguiente enlace a su blog (desde la parte en negrita hasta el final). La entrada tiene ya un tiempo, pero podría ser de ayer.

miércoles, 28 de octubre de 2009

RESEÑA: Buenos Presagios, de Terry Pratchett y Neil Gaiman

Hace nada he acabado una de esas novelas que deparan verdadera satisfacción al que la lee. No porque tenga un estilo preciosista, una técnica depuradísima o un argumento que mantenga pegado el libro a mis manos, aunque en parte también (está muy bien escrito y sabe cómo despertar y mantener el interés). La satisfacción viene de que me cuentan una historia que me hace pasarlo genial. Como un crío: concretamente el crío que yo mismo fui.


La novela en cuestión es Buenos Presagios, de Neil Gaiman y Terry Pratchett. Del primero conocía Sandman (estupendas novelas gráficas), sus guiones para cine (basados en su propia obra y sus novelas sólo de oidas. Del señor Pratchett soy fan desde hace casi 20 años y me ha facilitado más carcajadas que ningún otro escritor.
La novela tiene ya su tiempo pero no ha envejecido en absoluto. Se la recomiendo a todos los que quieran divertirse (en este caso a costa del Anticristo, el Apocalipsis, ángeles y demonios. Y es que, como dice NG acerca de TP, se puede escribir fantasía, incluso fantasía cómica, escribiendo muy, muy bien.


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