Ocurre a veces que una novela de pura ciencia ficción, de repente da el salto y se convierte en superventas incluso en las listas mainstream, ocupando los lugares destinados a tramas vaticanas, espías o detectives escandinavos. ¿Sorpresa? En casi todos los casos, sí, aunque Ready Player One (2011), de Ernest Cline posee ciertos elementos que podían hacer sospechar de tal éxito, al menos al editor que compró los derechos.
En primer lugar, hay que señalar que más allá de las listas de ventas, nos encontramos con una novela clara de ciencia ficción, una distopía sobre un futuro a medio plazo con una gran estratificación social (como casi todas las distopías), y con claros elementos cyberpunk con tecnología punta y megacorporaciones, destacando una especie de evolución de internet hasta dimensiones inusitadas mediante un universo de realidad virtual llamado Oasis, repleto de mundos y con las características bien definidas, desde la interfaz de conexión con el mismo hasta la navegación interna, la economía y su propia historia subyacente. Técnicamente, Cline dedica tal cantidad de páginas a describirlo y a definirlo que por momentos roza una ciencia ficción más hard.
Pero no es esta la raíz de las ventas de Ready Player One. Por supuesto, un motivo importante de su éxito es que su lectura es tan adictiva como divertida. La historia, contada de forma lineal, llama a pasar una página en cuanto se acaba para averiguar qué pasa después. Aun con ello, la razón principal es el don de la oportunidad: es el libro adecuado para el momento adecuado, o lo que es lo mismo, que a día de hoy está de moda. O mejor dicho, a lo que ha vuelto a ponerse de moda.
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Rescepto Indablog cumple hoy dieciocho años. Ya es mayor de bloguedad… y se
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