Un lustro después de alcanzar la cima de su carrera con
Hyperion y
La caída de Hyperion,
Dan Simmons decidió regresar al universo creado para estas novelas para alegría de los numerosos seguidores que había ganado con ellas, y escribió
Endymion (1995), volviendo al mundo, a algún personaje y a la temática fundamental de sus predecesoras.
Simmons sitúa la acción casi
tres siglos después de la debacle universal ocurrida al final de La caída de Hyperion. Recordemos que en aquella, para salvaguardar la raza humana de los funestos intereses del
Tecnonúcleo (esa vasta especie de inteligencias artificiales mucho más evolucionadas que nosotros), se aniquiló la red universal de teleyectores, esto es, la capacidad de interconexión inmediata de diferentes mundos aunque estuvieran separados por muchos años luz. Así, se pasó de una instantaneidad casi absoluta a un profundo aislamiento de cada mundo, al tener que volver a producirse cada comunicación mediante el viaje en nave espacial. De esta forma, la inmensa mayoría de planetas experimentan una grave
regresión tecnológica y social, revueltas, hambruna, y como a río revuelto el pescador más listo llena sus redes, la que al final de aquella Hegemonía se hallaba casi extinta
Iglesia Católica se hace, mundo a mundo, de nuevo con el poder, tanto militar con su rama
Pax (que fundamentalmente luchará contra los ancestrales y demonizados enemigos éxters), como económico con Mercantilus. La comparación de un mundo retrógrado dominado por la Iglesia con la Edad Media es inmediata. Pero, ¿qué ofrece a cambio de tanta lealtad y conversión?
La resurrección, claro. Mas no del alma sino del cuerpo, mediante la comunión con el parásito
cruciforme, que una vez puesto en el cuerpo del católico, hará que este se recomponga físicamente mientras quede algo del mismo, y mediante un proceso depurado al que vimos en Hyperion, pues no idiotiza ni destruye la libido con cada resurrección, por lo que todo el mundo lo desea. Así, poco a poco, Pax ha ido reconquistando pacíficamente casi todos los mundos restantes tras el colapso y formando un todopoderoso imperio.
Y dentro de este escenario nos encontramos cuando conocemos a nuestro protagonista
Raul Endymion, un buen hombre, normal y corriente excepto por no querer aceptar el cruciforme católico. Condenado a muerte y esperando sentencia, aprovechará su lamentable situación para contarnos su historia, que casualmente comenzará en el conocido planeta Hyperion, cuando se le condene a muerte por primera vez, muchos años atrás. No obstante en buena lógica, esta primera condena no llegará a fin, y un carcamal, grosero, quejicoso y con (justificados) aires de
poeta le encomendará la titánica misión de salvar en las míticas Tumbas del Tiempo a la niña
Aenea, predestinada a poner en jaque a la Iglesia. Raul también deberá ponerla a salvo, acabar con el imperio de Pax, contactar con los éxters, encontrar y terminar con lo que quede del Tecnonúcleo, eliminar al legendario Alcaudón y volver al poeta a que le dé el visto bueno. Tal es la no poco ambiciosa misión. Y la acepta.