Hay algunos autores que brillan de forma especial con determinados formatos concretos de escritura. De Maupassant, por ejemplo, era un buen novelista, pero un relatista como no he leído otro igual. A Tolkien le pasaba lo contrario: buen ensayista o cuentista, cuanto más se alargara en sus ficciones, mejor las escribía. A Neil Gaiman le sucede algo similar. Sin entrar en su labor (perfecta) como guionista de cómic y limitándonos a sus novelas, según mi opinión es un buen escritor se ponga con lo que se ponga: crea buenos relatos (Objetos Frágiles) y buenas historias largas y enrevesadas (American gods), pero cuando logra brillar con verdadera intensidad es con sus novelas cortas, con cuentos perversos en apariencia de ámbito juvenil pero que disfrutaremos mucho más los lectores más rodados, como las célebres Stardust o Coraline, la genial El libro del cementerio, o esta El océano al final del camino.
No es casualidad que Gaiman empezara su reciente El océano al final del camino (2013) como relato, pero acabara marchándosele de las manos hasta relato largo, novela corta y finalmente hasta novela: la historia en sí es realmente sencilla. No obstante existen varios elementos que hacen que esta sencillez sea imposible de identificar con simplicidad. La gran cantidad de matices añadidos por el escritor a los escenario, al desarrollo de la acción y sobre todo a los personajes sería más que suficiente, pero es que además nos encontramos con ese Gaiman más inspirado, especialmente refinado y sensible, contándonos aun los más brutales y perturbadores actos de tal manera que entran con la suavidad del terciopelo.
Además, resulta obvio identificar al Gaiman de siempre como creador de pequeños universos, alambicados y oscuros, pero consistentes, paralelos y coexistentes con el nuestro: ese Londres de Abajo de Neverwhere, el mundo abotonado de Coraline, el Cementerio del libro del ídem, el Más allá del Muro de Stardust… Existen junto a nosotros sin darnos cuenta, claro, hasta que alguien (el protagonista) se da de bruces contra él. En este caso tan solo tendrá que salir por la puerta de su casa y caminar hasta el final del camino para encontrarse con poderes primigenios de diferentes carices, que cómo no, acabarán implicándole de forma directa.
Conan el Cimmerio: El pueblo del Círculo Negro
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