martes, 3 de agosto de 2010

RESEÑA: La sangre de los elfos, de Andrzej Sapkowski

Con La sangre de los elfos nos encontramos con la primera entrega novelada de la saga de Geralt de Rivia, con lo que desaparecen las aventuras independizadas mediante relatos de las anteriores entregas, El último deseo y La espada del destino, continuándose con la gran historia que ya se avanzara en los últimos dos relatos del anterior libro. Se trata pues de un cambio de formato radical y arriesgado, una apuesta que, sin duda, da en la diana.


Sapkowski podría haber continuado con los relatos, que eran un valor seguro para él, pero fue con las novelas con las que dio el autentico campanazo. No olvidemos que el éxito de esta saga en Europa del Este es comparable al del Capitán Alatriste de Pérez-Reverte en España, y éste es mucho éxito.

El formato de las novelas, que empieza a mostrarse aquí, va a mantenerse, y es el de un libro más o menos corto –de unas 250 páginas- dividido en capítulos largos -30 o 40 páginas-, es decir de una extensión similar a la que tuvieran los relatos. Así pues se facilita al lector la transición entre unas y otras obras. La escritura es tremendamente ágil, como ya ha demostrado sobrado Sapkowski (y continuará haciéndolo posteriormente), y maneja el ritmo narrativo como un maestro. Así al principio de la historia, sólo a posteriori nos damos cuenta de que se ha permitido el lujo de tenernos parados sólo para meternos en el ajo y luego lanzar la narración desde múltiples ángulos, entretejiendo una historia de gran complejidad, que sin embargo no tropieza a la hora de hacerse fácilmente descifrable. En gran medida esto es porque se ha ahorrado la presentación de los personajes fundamentales al incluirla en las antologías de relatos: hacerla ahora resultaría redundante, y aquí sólo tiene que preocuparse de irnos presentando la evolución como personaje de Ciri, la leoncilla de Cintra, sobre la que pronto averiguamos que va a ser la auténtica coprotagonista de la saga, junto al cada vez más carismático, por sus grandezas, pero sobre todo por sus miserias, Geralt de Rivia.
Por supuesto, también hay personajes nuevos, cómo no construidos de forma impecable, como la hechicera Triss Merigold, una versión vulnerable y más “humanizada” de Yennefer, y a la que le gustaría entregarse a Geralt incondicionalmente. El cruel y peligroso Rience, hechicero antagonista del brujo que hará todo lo posible por acabar con él y lo que le rodea, con misteriosas intenciones y desconocidos y poderosos aliados. El poco convencional jefe de espías Dijkstra. Los brujos compañeros de Geralt… Y una larga fila de siempre interesantes secundarios. También hay viejos conocidos como la espiritual pero pragmática Nenneke o el simpático y mortal mercenario enano Yarpen Zigrin. Por supuesto Jaskier también aparece, y Yennefer tiene una labor importante en los acontecimientos.
La historia comienza en Kaer Morhen, la guarida secreta y lugar de entrenamiento de los brujos, donde Triss acude a la llamada de los mismos para ayudar en la educación de Ciri, pues ésta hace gala de una serie de facultades tenebrosas, una conexión con fuerzas misteriosas. Es una historia de entreguerras: ha acabado la invasión nilfgaardiana que se apuntaba al final de la parte anterior, pero la calma tensa entre el imperio invasor y la alianza de reinos que logro repelerlos parece condenada a romperse. A lo largo de la novela se dispone un tablero en el que muchísimos jugadores comienzan el despliegue de sus piezas y realizan sus movimientos de apertura. Nilfgaard, los reyes de la alianza, Dijkstra, los espías, los hechiceros, los comandos rebeldes de elfos e inhumanos o Scoia’tael que, como se apuntó en libros anteriores han llegado a la peor situación posible y están siendo diezmados por los humanos de los reinos y responden con violencia, Rience… y en medio de todo Ciri, buscada por unos por ser la última superviviente de sangre real del ocupado reino de Cintra, de gran valor estratégico, buscada por las características que se le intuyen, buscada sencillamente porque los otros bandos la están buscando, y sólo protegida por Geralt y su entorno directo, ocultándola del mundo y preparándola para el mismo. Y además con la siniestra premonición pseudoprofética de ser una niña de la Vieja Sangre, de la sangre de los elfos…
Es pues una novela en la que la política y los subterfugios son cruciales, pero esto no va en detraimiento del dinamismo y el entretenimiento, y por supuesto de las aventuras y las escenas de acción tan características de la serie.
Por supuesto, cuando uno acaba con la última página del libro está deseando empezar con la primera del siguiente, lo cual va a ser una constante de las novelas, pero eso es fácil ahora que todas las de la serie están editadas en castellano.
Por último, una cita del libro:
“La intolerancia y la superstición siempre fueron propiedad de los tontos que hay entre el vulgo y nunca, opino, podrán ser arrancados de la tierra, pues tan eternos son como la misma estupidez. Allá, donde hoy se irguen montañas, habrá alguna vez mar, allá donde hoy se encrespa el mar, habrá alguna vez desierto. Pero la estupidez permanecerá como estupidez.”

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