Al bueno de A. N.
Érase una vez un pequeño pueblo llamado Rocabajo que se levantaba en una ladera al pie de una escarpada cordillera. La tierra, aunque se helaba en invierno, era fértil y agradecida, pues la regaban las frías aguas de un río serpenteante que bajaba de la mayor de las montañas tras el pueblo. El río Hielo, que así lo llamaban los humildes aldeanos, pues con frecuencia arrastraba placas heladas por su superficie, daba varias vueltas buscando su descenso, enroscándose sobre sí mismo para rodear al pueblo y desenrollándose para por fin encontrar un curso más rectilíneo.
Los rocabajenses cultivaban sus campos lo suficiente para sobrevivir, pero se dedicaban en mayor medida a extraer piedras preciosas de las montañas y a cazar animales salvajes para despellejarlos y así realizar trueques por otros objetos de valor. De esta manera, cuando tenían algunas bolsas de gemas o hatos de pieles, los lugareños formaban una caravana y bajaban por el único camino que salía de Rocabajo, cruzaban el río Hielo por un puente que estaba allí desde siempre, y varias jornadas más tarde se hallaban de vuelta por el mismo sendero, tras comerciar con otras poblaciones y hacerse con cuantos bienes resultaran necesarios. Y así fue hasta la aparición de
Un día como cualquier otro una caravana como cualquier otra partió de Rocabajo por el camino habitual, mas al alcanzar el puente, de debajo del mismo surgió realizando una cabriola un ser enorme y grotesco, desproporcionado y cubierto de una sucia maraña de pelo por todo el cuerpo, cortándoles el paso.
A la mañana siguiente los cazadores del lugar al completo, curtidos en cien batallas contra lobos y osos, fueron hacia el emplazamiento del asalto armados con arcos, flechas, jabalinas y lanzas. Tal y como esperaban,
No obstante, ninguna de las siguientes ofensivas surtió efecto. Las armas eran repelidas con facilidad por
No apareció por el camino, sino descendiendo valientemente por la gran montaña tras Rocabajo, allí por donde nunca había llegado nadie. Contó de sí mismo que era un aventurero en continua búsqueda de causas nobles o de nuevos retos, como lo había sido cruzar la cordillera desde el otro extremo. Como su mirada era limpia y su voz poderosa, los desesperados lugareños no tardaron en hablarle de
Tras solo una noche de descanso, el Caballero tomó el camino espada en ristre, seguido a prudencial distancia por los habitantes del pueble en pleno. En cuanto llegó al puente,
En ese instante la andrajosa Criatura se transformó en un manso anciano, cubierto tan solo por una túnica inmaculada, y el Caballero supo que ya no había nada que temer. Con serenísima voz anunció que en realidad se trataba de un bondadoso sabio que podía mirar directamente al corazón de los hombres.
-
Para, para, para. Eso ya no
tiene ningún sentido.
-
¿Cómo que no tiene ningún
sentido? ¿Y qué más da? Forma parte del cuento.
-
Pero es que no tiene ni pies ni
cabeza.
-
A ver, que es en plan magia, no
tiene que tenerlos.
-
No digo que no tenga sentido
porque sea un mago, digo que no tiene sentido que sea un sabio bondadoso. Si
fuera bueno no habría estado estilo trol todo ese tiempo sin ningún motivo, a
no ser que el Caballero fuera tonto y no se diera cuenta de que en realidad era
malo.
-
¿Por qué malo?
-
Para salvar el pellejo. Además,
todo ese tiempo incordiando Rocabajo sin pedir nada a cambio, sin poner ninguna
prueba de valía o algo así a esos pobres desgraciados. Él solo estaba ahí,
jodiendo. No, no tiene sentido.
-
Pues así es el cuento.
-
Pues no me vale.
-
A ver, me he inventado una
geografía, una economía basada en la minería, la caza y el comercio, para que
tuvieras tu lógica, y te he puesto un conflicto, ¿dónde está el problema? Ya te
lo digo yo: el problema es que no te gusta la fantasía.
-
Me gusta la fantasía tanto como
cualquier otro género, pero que tenga lógica interna y sea consistente, y el
trol no puede ser un sabio, como mucho un sabio embrujado y convertido en la Criatura , o incluso un
brujo, pero malvado.
-
¿Y si la historia avanza solo
si es bueno?
-
Pues entonces es una mala
historia.
-
No porque no se explique todo
ni se razone al milímetro tiene que ser mala.
-
Pero si es que es el conflicto
principal. Puente bloqueado, desbloquear puente. Anillo malo, destruir Anillo.
-
No me vengas otra vez con lo
del Señor de los Anillos.
-
El Señor de los Anillos es una
gran novela, pero…
-
Pero nada, que no te gusta el
escapismo. La vida es una mierda, me voy a una historia que no se parezca en
nada a la vida y así me olvido un rato, no le busques tanta lógica rotunda.
-
Pero es que si solo fueras un
poco realista, ganaría mucho.
-
Vale, pues el sabio se había
quedado en paro, y lo había abandonado su mujer, y lo iban a desahuciar por
ejecución de una hipoteca abusiva, y por eso solo podía vivir debajo de un
puente, y como la vida estaba siendo injusta con él, que mira que era
bondadoso, pues decidió vengarse de la vida haciéndoselas pasar putas a gente
buena como él, antes de que llegaran los del banco.
-
Venga ya, no exageres.
-
Pues claro que no, porque para
eso solo tengo que abrir el periódico o poner las noticias y ya me cuentan
ellos la historia del trol del puente. Pues prefiero olvidarme un rato de tanta
amargura, y que el Caballero se haga amigo de la Criatura , que lo mismo
hasta tiene una hermosa doncella por hija, bonita y buena gente, y ya
tenemos el final feliz que no me voy a
encontrar en el periódico. Que no es realista, pues vale. Que me entretiene un
rato, pues también.
-
Pero es que también se puede
llegar a tu entretenimiento desde la consistencia, o sin meter un deus ex machina. El lobo se comió a
Caperucita y a la abuela y ahí se acababa la historia, y era una buena historia
sin tener que meter al cazador para forzar el final feliz. Y más realista.
-
Sí, es un buen cuento, y
también lo es con el lobo ahogado con piedras en la barriga, o con el Caballero
encontrando un buen suegro, aunque sea menos lógico. Y si la historia fuera más
larga, sí que habría un brujo malvado, o un dragón, o la doncella estaría
aprisionada en el Hades y tendría que bajar hasta allí a rescatarla.
-
Y si descendiera hasta el
Hades, quizá fuera mejor historia si un segundo antes de cruzar el umbral de
salida, volviera la cabeza atrás y por ello no lograra rescatarla.
-
O podemos dejar que escapen.
Podemos dejar que pasen 1.001 noches de aventuras y regalarles un final feliz, vale
que a lo mejor la noche 1.002 ya no es tan buena, y se levantan de resaca y se
ponen a leer los periódicos y a ver las noticias, el banco les desahucia y todo
se va al carajo, pero eso ya no forma parte de la historia, porque la historia
ha acabado en la noche 1.001, así que nosotros les hacemos el favor de
regalarles esa noche 1.001 y el Caballero y su dama nos hacen el favor de
dejarnos que nos escapemos con ellos, a ellos, de vez en cuando.
-
Perfecto. Pero dentro de una
lógica.
-
Y dale con la lógica.
-
¿Es que no podría haber
explicado Tolkien por qué Gandalf no podía mandar un águila gigante a arrojar
el Anillo al fuego, en lugar de tanta caminata y angustia?
-
¿Otra vez con eso?
-
El águila llega volando en unas
horas llevando a Frodo o quien sea con el Anillo. Aterriza junto a la misma
grieta, así solo tienen que tirarlo y ganan la guerra sin que nadie tenga que
sufrir.
-
Como chiste está bien, pero si escribe
eso no hay trama.
-
¿No me digas que nunca lo has
pensado?
-
Claro que lo he pensado.
-
¿Ves?
-
Claro que lo he pensado, y me
da igual. No te metas con El Señor de los Anillos, es una novela cojonuda y te
lo pasaste de maravilla leyéndola.
-
Bueno, eso es cierto.
-
Pues ya está.
-
Pues ya está.
-
En fin… mañana te toca a ti,
¿qué me vas a contar?
-
Aún tengo que inventarme algo.
-
¿Un drama social? ¿la historia
de un desamor? ¿una muerte lenta y dolorosa por tuberculosis o fiebres
cerebrales o simplemente porque sí?
-
Ya veremos. De todas formas intuyo
que no me vas a dejar que la acabe.
-
Probablemente –dijo, sonriendo.
- Probablemente –respondió, sonriendo.
- Probablemente –respondió, sonriendo.
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