Soy un devoto de Terry Pratchett desde que conocí su obra, hace muchos años, y hablar de su obra, por supuesto, es hablar del Mundodisco, la mastodóntica creación literaria que ha ido construyendo desde 1989 ladrillo a ladrillo, y ya van casi 40 ladrillos del que es posible sea el mundo fantástico más complejo y diverso (sí, más que la Tierra Media), y sin lugar a dudas el más divertido.
Pues bien, los dos primeros ladrillos se llaman respectivamente “El color de la magia” y “La luz fantástica”, y sobre ellos y a su alrededor se han ido ubicando los demás.
Aunque ambas novelas se pueden leer por separado, es altamente recomendable hacerlo por orden, pues forman una unidad argumental.
Los personajes son tremendamente carismáticos. Los dos protagonistas son Rincewind, el peor mago del Mundodisco, y Dosflores, el incauto primer turista del mismo. Una pareja aparentemente inepta para la aventura, pero con una capacidad para salir de los embrollos enorme, en parte gracias a la ayuda de la inconmensurable gama de secundarios. La Muerte, Cohen el Barbaro, el hilarante equipaje… merecen tanto protagonismo que en algunos casos tendrán novelas propias más adelante.
El color de la magia me ha gustado más, quizá porque tiene una estructura más clásica, dividida en amplios capítulos que representan a zonas del Disco y las aventuras que en ellas se suceden. Me da la impresión de estar más trabajado en forma que La luz fantástica, más caótico en su formato y que es por momentos una sucesión de gags (con mayor frecuencia que el primero, quiero decir, ya que esto es una constante en la obra de Prattchett). En cualquier caso ambas son gratas de leer, muy divertidas e imprescindibles para los seguidores de Prattchett y del Mundodisco, y cada una queda capada sin la otra.
Por cierto, existe una miniserie (irregular pero divertida) protagonizado por Sean Astin, David Jason y Tim Curry (con Christopher Lee poniendo voz a la Muerte) para el que colaboró el mismísimo Terry Prattchett y que incluye ambas novelas.