Mediante “Mi nombre es Legión”, - frase perteneciente a una clásica cita bíblica- podemos encontrar una reunión de tres relatos largos de mundo y protagonista comunes escritos por Roger Zelazny entre 1969 y 1976, que ya aparecieran editados en castellano varias veces bajo este título y el de “El Hombre que no Existía”.
Las tres historias son independientes, sin embargo, conforman un completo sólido y atractivo, empezando por su protagonista, un hombre sin nombre que para cada ocasión se inventa una identidad completa –de ahí el título–, un desarraigado en un mundo en el que todo lo referido a las personas, absolutamente todo, es contabilizado y guardado en ficheros gubernamentales acerca de esa persona. La explotación de un concepto de ciencia ficción de desaparición de la intimidad quizá aún alejado, pero en la misma línea, de esta sociedad de la información en la que vivimos, en la que basta con teclear nuestro nombre en un buscador para encontrar múltiples rastros de algunas cosas que hemos hecho a lo largo de nuestra vida. 40 años después de cuando fue escrita la novela. Pues bien, sobre el personaje central no hay rastro, y cada vez que adopta una identidad, él mismo crea falsas huellas para otorgarle verosimilitud. Es además un hombre carismático, más bien bueno, pero al que no le temblará el pulso deshaciéndose de un inocente por salvar su pellejo.
Los tres relatos pueden enmarcarse, en cuanto a la forma, en el género detectivesco, y están contados con la gran agilidad característica de un buen artesano de la palabra como Roger Zelazny, con predominio de la narración de acciones sobre la descripción y con unos diálogos creíbles y naturales. Aquí demuestra gran habilidad el autor insertándonos los conceptos de ciencia ficción que son, en realidad, el género de sus historias, en cuanto al fondo. Presenta los conceptos sin imponérselos al lector, dejándole que reflexione sobre ellos, reflexión que inevitablemente llevará a unos puntos a favor y otros en contra de la idea sugerida, dibujando un heterogéneo tono gris.
En la primera historia, “La víspera del Rumoko”, el protagonista debe enfrentarse a una peligrosa trama de sabotaje industrial. Es la presentación de personaje, amén del mundo en el que vive que le ha obligado a ser como es. Además de este concepto, básico para entender el libro, Zelazny nos desliza algunos interesantes tópicos sobre la lucha contra la superpoblación como la terraformación (con especial énfasis en la creación de islas) y las dualidades morales asociadas.
“’Kjwalll’kje’koothaïlll’kje’k” es el segundo relato. La trama superficial es la de investigar un supuesto accidente en una reserva marina. Aquí nos planteará unas relaciones humanas ciertamente deshonestas entre ellos, planteando hasta que punto podrían desarrollarse relaciones con no humanos inteligentes, así como especulando con las posibles características sociales de éstos.
Por último, con “El regreso del Verdugo”, presenta un robot encargado de exploración espacial que quizá haya vuelto a la Tierra para asesinar a sus creadores. Es aquí donde se alcanza mayor nivel (ganó los premios Hugo y Nebula, nada menos), y el planteamiento psicológico de la inteligencia artificial es realmente interesante.
En definitiva, tres buenas historias, una obra entretenida e interesante. Un clásico de la ciencia ficción vestido de policíaco, que hoy día quizá no resulte rompedor, pero sí nos hará pasar un bastante buen rato.
En nuestra manzana, de R. A. Lafferty – Miniespecial R. A. Lafferty I
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En nuestra manzana (In Our Block), de R. A. Lafferty, apareció en el número
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