lunes, 30 de diciembre de 2013

RESEÑA: Hijos de la Medianoche, de Salman Rushdie

Hay novelas que se supone que son tan buenas que cuesta realizar una aproximación a ellas sin que a uno se le pase por la cabeza un “¿y si no me gusta tanto?”. Escogiendo ejemplos dispares y no relacionados: La Odiseame deleitó  con locura, pero El guardián entre el centeno, reconociendo su mérito, me dejó frío. El libro de la selva es maravilloso, pero La montaña mágica, aún disfrutando enormemente de alguno de sus pasajes, se me hizo pesado. Es el problema, ya no de las altas, sino de las altísimas expectativas. Pues bien: Hijos de la Medianoche de Salman Rushdie tiene la etiqueta de una de las mejores novelas del siglo XX. Yo no sé si merece tan extrema calificación, pero desde luego la cuento entre las mejores que he leído en mi vida; eso si puedo decirlo.



Ya desde su rutilante primera página, Rushdie hace gala de un casi ilimitado elenco de habilidades literarias, porque que quede claro: estamos ante un escritor monumental, que domina la palabra escrita con maestría; sus textos son dignos de pararse a releer y embelesarse con ellos y la forma en que construye metáforas –la propia novela lo es-, deja pasmado. No obstante, por grandilocuentes que suenen mis palabras, no quiero causar una impresión equivocada. Hijos de la Medianoche es un libro técnicamente impresionante, alambicado y con muchas capas por encima y por debajo de la que estemos leyendo en cada momento, pero también sorprendentemente asequible, lo que lo hace más meritorio, si esto es posible.

La novela ha sido con frecuencia comparada con Cien años de soledad y su estilo encuadrado dentro del realismo mágico. Quizá algunos puristas afirmen que este género es solo cosa de Gabo y compañía, pero el hecho es que el británico nacido en Bombay (como Kipling) dota a su novela de algunos elementos siempre asociados al realismo mágico, como la frecuente metanarración, la continua presencia de elementos fantásticos poco o nada explicados pero tratados con naturalidad, con el realismo que indica su propio nombre, o la ruptura de los tiempos que aquí es llevada con habilidad malabarística hasta su máxima expresión. Es decir, aunque la narración sea a priori lineal, una autobiografía y por tanto en primera persona, se nos anticipan acontecimientos continuamente en la voz del narrador indicando futuros éxitos, desastres y todo tipo de clímax, sin que ello conlleve en absoluto desvelar los numerosos hitos del brillante argumento, de igual manera que ecos de sucesos ya ocurridos vuelven a nosotros con frecuencia, con buenas dosis de humor inteligente, mencionado sea. Así, a posteriori resulta difícil considerar esta historia con la linealidad de un camino, sino más bien como un paseo por el bosque en el que en cada momento oímos tanto los ecos de gritos de sorpresa emitidos en las partes que ya hemos recorrido como los de las que nos quedan por andar, por lo que sabremos que poco más adelante alzaremos la voz, pero resultará difícil imaginar el porqué.

martes, 17 de diciembre de 2013

RESEÑA: Visiones 2012

Mediante la antología Visiones, la AEFCFT (Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror) trata de dar a conocer a algunos de los nuevos valores de estos géneros con una selección de sus relatos. La colección lleva publicándose desde 1992, con algún que otro parón, y por ella han pasado algunos de los mejores escritores de las últimas décadas. Tras un par de años de descanso, en este 2012 ha vuelto a realizarse, en esta ocasión, además, con la mejor portada que le recuerdo:



Esta vez, además, la celebración es doble, pues no solo regresa una antología imprescindible, sino que mi relato El Señor de los Anillos a través de los tiempos ha sido incluido en la selección de Los Verdhugos (mil gracias por ello). Como siempre intento hacer con las antologías, dedicaré unas líneas a cada uno de los relatos que la componen, pero ya adelanto que todas las historias me han gustado, y aunque algunas tocan cuestiones similares, siempre lo hacen desde diferente óptica, por lo que no hay dos relatos iguales, ni parecidos. Por no hablar de que incluso son de diferentes géneros. Pero mejor me dejo de generalismos. Ahora, la selección:

- El aeropuerto del fin del mundo, de Tamara Romero: relato en que, ante la inmediatez del fin del mundo, se nos llevará a un aeropuerto en el cual presentarnos unas inolvidables escenas surrealistas con gran fuerza.
- Mejoría de la muerte, de Weldon Penderton: con reminiscencias del caso del señor Valdemar, contemplaremos con intensidad una situación familiar desagradable por el poco habitual manejo de la cercanía de la muerte de uno de sus miembros.
- Alma compartida, de Óscar Muñoz Caneiro: una buena narración en la que, con el muy actual trasfondo de estos tiempos de crisis y eres, conoceremos la surrealista relación entre el honrado portero de un edificio y su entorno. Muy original.
- La voz de la razón, de Aitor Solar Azcona: historia de terror clásica que juega con la doble explicación de unos acontecimientos: ¿razones del resultado de un experimento científicas o sobrenaturales?
- La sonrisa de Mickey Mouse, de Manuel Moreno Bellosillo: en este relato la Disney realizará una demanda sin precedentes; una buena idea para el relato con un desarrollo lleno de morbosa naturalidad.

martes, 10 de diciembre de 2013

MICRORRELATO: No hay quinto malo

Hoy es un día de angustia para los Cinco de Liverpool. Tras la virulenta explosión de odio justificados por los despidos en masa de las fábricas de la ciudad, los miles de desahuciados han considerado al grupo anarcosindicalista como la chispa de pasión que inflamaba los ánimos del resto de luchadores por los derechos y la libertad, o terroristas, que dirían los otros. Pero a Paul, Ringo, George y Crispy se les han llenado las tripas de escarabajos cuando John les ha comunicado su irrevocable decisión de dejar la banda, debido a la necesidad de atender sus responsabilidades familiares. “¿Y qué hay de las responsabilidades con todos tus seguidores?”, dice el quinto miembro. Tras acalorado debate, logra convencerle de que continúe. Nadie compone detonadores y dinamita como él; resulta imprescindible.

En un universo paralelo cuya conexión con el nuestro se antoja a la par tan insalvable como inefable, John Lennon en realidad se dedica a la música, componiendo canciones sobre la vida y el amor, pero a fin de cuentas sigue intentando dejar en la estacada a Paul, Ringo y George afirmando con relamida expresión: “mi familia es el pilar de mi vida, sin ellos me siento nada”, cuando le recriminan por llevar su pareja al estudio. Entonces John anuncia su cambio de aires, ningún quinto miembro abre el pico ni le convence de que se quede.

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