martes, 26 de junio de 2012

RESEÑA: El Osito Cochambre, de Ignacio Cid Hermoso

Es Ignacio Cid Hermoso un escritor que ha demostrado su pericia como constructor de relatos en multitud de ocasiones. Ya tiene en el mercado una antología propia a la que espero echar un ojo más adelante y ha participado en varias compartidas, de las que sin ir más lejos, aquí he reseñado un par: (Per)versiones: Cuentos Populares y Calabazas en el trastero: Bosques. Especialmente me complació esta última, de la que firmaba el mejor relato de la colección. Ahora confirmo mis sospechas y compruebo cómo con su primera novela, El Osito Cochambre, la construcción de atmósferas opresivas, de personajes llevados más allá de su límite razonable y de narraciones en torno a cuánto estirar, quebrando o no la psique de los protagonistas, constituyen las señas de identidad del autor.


El punto de partida es Mauro, un tipo normal, escritor frustrado que se deja llevar por la corriente, dando clases y llamando poco la atención. En torno a tan antiheroico epicentro tiemblan los acontecimientos. Cabe subrayar que acontecimientos muy humanos: la familia, el amor o el sexo, cuyo dañino límite con el anterior no está del todo bien delimitado, como suele ocurrir muchas veces en la vida real. Poco a poco comprenderemos que todas estas cosas “normales” tienden a presentarse en su versión más destructiva, y que indudablemente Mauro es una persona con tendencias a pasarlo mal, un hombre con dos pies izquierdos con el sufrimiento escrito en su turbulento pasado, que cuando le sale al paso tratará de dibujar también su futuro, y es que al fin y al cabo la experiencia condiciona de forma inevitable toda decisión importante.

Y luego está, propiamente dicho, el Osito Cochambre, alter ego de Mauro creado por él mismo durante su infancia para, cada vez que se encontraba en un callejón sin salida en su vida personal, recurrir a él y mediante un proceso catártico, despojarse de su viejo y descosido pellejo, colgarlo en su cueva y olvidarse de él junto a sus problemas mientras se coloca una nueva piel reinventándose a sí mismo según sus necesidades.

jueves, 14 de junio de 2012

MICRORRELATO: Puntuación (del 1 al 10)

1. Punto

La bola entró por milímetros, anotándose el definitivo. Juego, set y partido cayeron en cascada junto al mismo.


2. Coma

El avión cargado de mejunje surca los cielos de la cocina. Su motor emite un característico, labial y onomatopéyico brrrr. Al fin aterriza en la boca bien abierta del bebé. Es la única manera de que el niño meriende a gusto.


3. Dos puntos

Instrucciones de uso:
1. Abrir paquete.
2. Comer los frutos secos.


4. Punto y coma

El gran maestro dejó que sus manos danzaran con elegancia oriental hasta pellizcar con tino y pericia el lugar secreto junto al cuello de su acérrimo enemigo; una medida fulminante. No acabó con su vida, pero cayó inconsciente y nunca más despertó.


5. Comillas

Ella levantó hacia delante y flexionó al unísono índice y corazón de sendas manos, subrayando el sarcasmo de sus palabras mientras afirmaba que “le encantaría” pasar el sábado por la noche viendo el partido de fútbol. Él decidió grabar el encuentro.


6. Paréntesis

Se tomaron un descanso en su relación (eufemismo de que uno de los dos la daba por terminada).


7. Interrogación

Atado de pies y manos, el espía contempló aterrado la diversidad de instrumentos de tortura que sus captores le mostraban. “Ahora vamos a hacerle unas preguntas y esperamos su más sincera colaboración. ¿Empezamos?”. Escuchó a su lado.


8. Exclamación

El público extasiado respondía con regocijo a las seis cuerdas de Jimi, mientras confesaban que éste en realidad era un niño vudú: ¡Tuaau tuata tuautu tuau tuaaututu tuaaau!


9. Puntos suspensivos

Faltas de asistencia, negativos en comportamiento, problemas con los compañeros, falta de respeto por la normativa,… La suma de todos estos elementos al final hizo que la dirección se viera obligada a expulsarle de la institución.


10. Guión

— Lo más importante en el mundo del cine son los guionistas, pero no hay que dejar que esos hijos de puta se den cuenta –afirmó el productor con una copa en la mano acompañando a su sempiterna sonrisa sardónica.

lunes, 4 de junio de 2012

RESEÑA:Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza

Es Eduardo Mendoza un creador heterogéneo. Por un lado escribe libros serios, sobre los que no hablaré por no haber leído ninguno de ellos, pero que en general están muy bien considerados (es, por ejemplo, el penúltimo premio Planeta). Por otro lado, también ha firmado una buena cantidad de patochadas geniales, como la trilogía de novelas detectivescas autoconclusivas formada por El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y Las aventuras del tocador de señoras, que devoré años ha mientras viajaba en autobús (mis mal disimuladas carcajadas eran muestra de mi deleite por aquellas páginas y entretenimiento para el resto de viajeros), o la más reciente particular revisión del niño Jesús de El asombroso viaje de Ponponio Flato, igualmente hilarante. Dentro de este Mendoza humorístico también ubicamos Sin noticias de Gurb, que casualmente no había leído hasta ahora, a pesar de ser de su primera época (1991).


En un principio, Sin noticias de Gurb fue publicado por entregas en el diario El País, mas no es comparable al folletín tan dado a aparecer en el pasado en periódicos y revistas, sino que más bien se asemeja a una tira cómica prosaica. Una vez completado, Eduardo Mendoza lo compiló y adaptó al libro actual, realizando los mínimos añadidos necesarios.

El formato empleado es el de sucesión de entradas en el diario de a bordo de un alienígena recién llegado a la Tierra, concretamente a la Barcelona urbana que tan bien conoce Mendoza. Nada más llegar, su subalterno Gurb sale de la nave en misión de reconocimiento inicial, para el que adopta la forma de la terrícola Marta Sánchez (recordemos: en aquella época sex-symbol número uno del país), por no ir por ahí llamando la atención. Al no recibir noticias de Gurb, el jefe de la expedición (formada solo por ellos dos) decide salir en su busca tomando la respetable forma del conde-duque de Olivares.

Éste es el pretexto que necesita Mendoza para realizar un análisis ligero en clave de humor de la Barcelona metropolitana y sus lugareños (en realidad trasladable en su mayoría a otras grandes urbes). La percepción de alguien radicalmente ajeno a la raza (y razón) humanas, fundamento de la historia, está tratada de forma razonablemente original, aunque no totalmente novedosa. Me viene a la cabeza la descripción que de nosotros realizaba El éxodo de los gnomos, de otro de los autores humorísticos por excelencia, el muy frecuente entre mis entradas Terry Pratchett, si bien no son obras muy comparables más allá de esta óptica y de la continua llamada a la risa.

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