El tañer de la campana de una iglesia cercana le señaló con rigor metálico que ya llevaba dos horas en cuclillas bajo la ducha. Se miró las manos sin observarlas ni detenerse en comprobar que más parecían las de una momia bicentenaria que las de alguien en el mejor momento de su vida, en cuanto a edad.
Esperanzas, ilusiones, sueños, todo barrido de encima de la mesa, donde tan ordenado había permanecido durante tanto tiempo, por una mano violenta, rugiente, devastadora.
Bajó los brazos y siguió con los ojos entrecerrados su dirección. El chorro de agua tibia le golpeaba la nuca, chorreándole por el pelo y la cara, asimilando las lágrimas como suyas, bajando por el resto del cuerpo, por el espinazo hasta las nalgas, por el pecho hasta la ingle, de los hombros a los dedos borrosos de las manos. Todo el torrente se reunía al final en la severa cerámica blanca, testigo única de cómo se escurría por el desagüe.
Cerró el grifo y la tormenta cesó.
Salió de la bañera.
Por un momento pensó en librarse de sus deseos, de las cadenas con que éstos ataban. Cadenas que miraba con una malsana simbiosis de apego y desesperación. Por un momento consideró recuperar su libertad. Fue un momento muy corto. Las cosas, en realidad, no funcionaban así. Había salido de la ducha porque tenía hambre.
Se echó una toalla por encima y fue con el cuerpo encogido a la nevera, a ver que encontraba.
En nuestra manzana, de R. A. Lafferty – Miniespecial R. A. Lafferty I
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En nuestra manzana (In Our Block), de R. A. Lafferty, apareció en el número
de julio de 1965 de la revista Worlds of If, editada por Frederik Pohl, y
en 19...
Hace 19 horas
6 comentarios:
En realidad había salido de la ducha porque tenía hambre... me encanta
Gracias Suto, por visitar y comentar con tan amables palabras
Te felicito por transmitir con tantas sensaciones un momento preciso. Supongo que luego de salir de la ducha su vida siguió igual. Gracias por comentar mis entradas; te cuento que el personaje del "hombre ejemplar" existe realmente; quiero decir, es muy cercano a mí. Se trata de un primo que es el "orgullo de la familia", ya sabemos a qué precio. un saludo, Pedro.
Gracias a ti también, ya no solo por comentar, sino por el comentario en sí.
En efecto, éste es un cuento inmovilista. Es un fondo que me gusta bastante, el que aunque parezca que no, al final todo quede igual.
Tu primo ejemplar, a decir verdad ejemplifica muy bien: borda lo que no se debe hacer.
¡Gracias por pasarte!
Me ha gustado bastante. Últimamente escribes muy buenos cuentos cortos. Como opinión personal únicamente, yo le habría quitado el último párrafo.
Enhorabuena, sigue así.
Gracias por tus palabras hacia éste y los otros cuentos. La verdad es que en un cuento muy de sensaciones como es éste, con el último párrafo solo trato de romper un poco el tono y naturalizarlo paralelamente a la normalización de esa sensación descrita.
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