A lo largo de mis días he pensado y pienso tanto en la muerte, en mi
propia finitud, que creo esta presencia oscura se ha manifestado
filtrándose por ósmosis en la inmensa mayoría de mis personajes
protagonistas, que acaban habitualmente muriendo y siempre sufriendo.
Cuando
por algún extraño azar alguno sobrevive y termina entre las páginas de
un final feliz, es porque esa idea ha surgido del mundo de los sueños,
esto es, de mis deseos más luminosos. Estos relatos resultan bonitos,
sí, pero tan abracadabrantes que incluso a mí me parecen cuentos de
hadas ajenos a mi pluma.
Arthur Mortimer, Conversaciones con un espejo de medio cuerpo.
Cartas de Papa Noel de J.R.R. Tolkien, regreso a la infancia
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*“Querido John: **Me he enterado de que le has preguntado a tu papá cómo
soy y dónde vivo”.*
Cada Navidad, los hijos del profesor *J. R. R. Tolkien*...
Hace 1 día
5 comentarios:
Me gusta y me intriga por partes iguales todo esto. Pero, este tío, quién es. Conocí a Arthur, el de Sherlock, pero lamento decir que a este no. He buscado poco y no he encontrado nada.
Las citas me dejan descolocadísimo. Aunque entiendo esta obsesión por la muerte, sobre todo a cierta edad.
Finitos somos.
Un abrazo.
Ja, casi, casi lo firmo...
Besos desde el aire
Gracias a los dos por comentar.
Igor: Arthur Mortimer, que ciertamente tiene su relación con Holmes, es el reverso luminoso de los villanos literarios... todo lo luminoso que puede ser un reverso luminoso.
Un abrazo.
Rosa: siempre hay una pizca de sabiduría en sus palabras.
Un beso (hacia el aire).
Aunque breve, el texto me ha parecido muy interesante.
Y ya estoy siguiendo tu blog, como debe ser.
Saludos.
Gracias Arion.
¡Bienvenido!
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