Desde hace un tiempo la editorial Saco de Huesos realiza colecciones periódicas de cuentos de género fosco (de terror, siniestro, opresivo, de suspense, fantástico) y temática única para cada número: entierros, arañas, Poe, tijeras, terror oriental, bosques, peste y monstruos de cine han sido los leitmotiv elegidos hasta el momento. Esta iniciativa ha sido galardonada con el último Ignotus a la mejor revista, aunque yo no lo calificaría como tal, sino más bien como antología de relatos. En cualquier caso da igual la etiqueta que se le ponga al plato:lo importante es cómo caiga en el paladar. Y en este caso es, creedme, muy sabroso.
Sea como fuere, la participación está abierta a concurso, y yo no puedo omitir que mandé mi El rey del bosque a la convocatoria de Bosques, sin ser seleccionado. Como el ser humano a veces oscila entre la curiosidad y el no-ser-bueno-del-todo, compré la antología para ver el palo que pintaba en la misma, poder comparar mi propio cuento con los escogidos, y por supuesto, llegado el caso, disfrutar con su lectura. Y en efecto así ha sido, pues se trata de una selección muy disfrutable.
Partimos desde bien alto, pues todos los relatos están escritos de forma impecable, mezclándose actualizaciones del relato de terror más clásico, con reminiscencias lovecraftianas o becquerianas, con otros verdaderamente originales, bien por su factura o por su temática. Pero lo mejor es comentarlos uno a uno.
Con El ciclo (Carlos Pérez Jara), a pesar de la mala elección de un título demasiado explícito, nos encontramos ante una buena narración, en la cual un encuentro casual, cómo no en un bosque, llevará al protagonista a un viaje hacia un comportamiento psicológico ancestral.
La máscara de la muerte verde (Andrés Abel), es una solvente puesta al día del clásico cuento de un elemento amenazador arcaico respecto a un personaje que, a pesar del recelo que en él despierta, quizá esté destinado a enfrentarse con este terror.
La hiedra (Inés Mataix) es un relato breve que plantea el eterno conflicto entre lo creado por la naturaleza y por el hombre.
Con Aokigahara (Ignacio Cid Hermoso), nos encontramos con la primera gran joya de la compilación, y para mi gusto la que más brilla. En un tono que recuerda al Tokio Blues de Murakami, no sólo por transcurrir en Japón, nos encontramos dentro de un bosque en el que las monstruosidades se repiten una y otra vez sin la necesidad de intervención de monstruos. Magnífico tratamiento psicológico de los personajes para crear una historia compleja pero creíble.
Dríade (Laura Luna Sánchez) da una vuelta de tuerca al mito de las criaturas que dan título al relato, estableciendo una relación de dependencia entre una de éstas y un ser humano, extrema, violenta y no exenta de erotismo. El interesante estilo narrativo y la particular y enfermiza historia hacen de este corto relato uno de los mejores de la compilación.
La naturaleza es cruel (Javier Vivancos García) cuenta otra clásica historia de confrontación entre el elemento natural y el humano, en la que destaca la naturalidad con que se describen las desventuras del personaje central, sin escatimar en crudeza a la hora de hacerlo.
Sueño de nieve y barro (Marc R. Soto) ubica en terreno boscoso una relación de las de “unos tanto y otros tan poco”, centrándose en la psicología del protagonista y con un inquietante final.
El secreto (Pedro Escudero Zumel) es uno de los cuentos más entretenidos, incluso divertido. Muy logrado a base de dotar de credibilidad a los personajes, que han de realizar un ritual, la renovación de un misterioso pacto con la naturaleza. De los que más me han agradado.
Con Curuxas (Iván Boto Gómez), volvemos al clasicismo de la historia fantasmagórica a lo Poe o Becquer. Bien contado, su fuerza radica en la creación de una atmósfera de desasosiego.
Deconstruyendo a John Doe (Juan Ángel Laguna Edroso), escrito ensayísticamente, es uno de los más originales relatos. Sugestivo y muy cuidado, es sin embargo esclavo de su propio formato al sufrir algunos altibajos que van en detrimento del mantenimiento del mismo nivel de interés en el lector a lo largo de toda su extensión. Recomendable, aun así.
La Fronda (Manuel Mije) es otro de los mejores relatos de la antología. Vuelve al eterno problema del equilibrio entre la naturaleza y el progreso, y si bien no resulta especialmente original en su desarrollo, el naturalismo con que la historia está construida, en especial en lo referente a su protagonista, a salto de mata entre los hombres y el bosque, otorga un plus a este cuento frente al resto de los que se centran en esta dualidad.
La sospecha (Pilar Alberdi) es un cuento ligero en el sentido de que no es tan contundente como los demás. No obstante esto no es una pega, ya que trata de forma elegante y diferente la amenaza boscosa hacia el hombre.
Por último, Desventuras del continuo bosque-tiempo (Carlos L. Hernando) supone una grata sorpresa al realizar el planteamiento más original de todos. Con un estilo noir inicial, sorprende con un inesperado toque único de fantasciencia en el irreverente desarrollo de una historia, a veces inquietante, otras divertida, siempre inaudita. Junto a Aokigahara, el mejor de la colección a mi entender.
En resumen, una buena antología de relatos de género, entre cuyas páginas podremos encontrar clasicismo más que satisfactorio, amén de tres o cuatro estupendas individualidades.
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10 comentarios:
No soy muy de relatos cortos, normalmente me atraen mas los tochos. Tampoco soy muy amante de las historias de miedo, pero has comentado varias cosas que me han llamado mucho la atención, y es muy posible que le eche un ojo, o los dos. Gracias por darnos a conocer estas pequeñas joyas.
¡Menudo curro de crítica! Lo de enviar algo y no ser seleccionado no significa gran cosa. En literaturta todo es un poco subjetivo y pueden haber otras razones que se nos escapen en un concurso o selección.
Realmente me han entrado ganas de hacerme con "la revista".
Saludos.
¿La máscara de la muerte VERDE? Poco inspirado el autor para el título, jajaja.
Que no digo que luego el relato pueda estar bien, pero ya le vale.
Shilar: yo soy un devorador de relatos; no solo los escribo. Poe, Cortázar, Guy de Maupassant o Fredric Brown son, por poner unos ejemplo de autores totalmente diferentes entre sí, escritores que llegaron a parir obras maestras en relatos, y sin embargo no llegaron a tanto nivel en sus narraciones más largas, en mi opinión.
Igor: gracias, ya lo sé, pero un día de éstos voy a dar la campanada y me voy a encontrar con media docena de cuentos publicados entre antologías y certámenes, ya verás ;)
Cuentacuentos: La máscara de la muerte verde homenajéa en su título a La máscara de la muerte roja, un clásico cuento de Poe, pero es que además el nombre del relato tiene mucho que ver con su contenido, jeje.
Gracias a todos por comentar.
Por eso lo decía. Sinceramente, hacer un guiño a lectores de terror con Poe es al go tan original y ocurrente como hacer un guiño a amantes del cine de vampiros con Bela Lugosi, es decir, tomarlos un poco por pardillos o suponer que los demás tienen la misma pequeñez de miras que dicho autor.
Que el género no se acaba en Poe y en Lovecraft, narices. (Y además, en el título, que es que...)
No lo dudo, y se que hey relatos y cuentos que son una auténtica maravilla. Es cuestion de gustos personales. El hecho de que sean buenos lo agrava mas, ya que por muy buenos que sean, siempre me saben a poco.
Muchas gracias por las palabras que le dedicas a mi relato, Pedro. Recibir una crítica así es la mayor recompensa que podría esperar.
Un abrazo, compañero.
Gracias, muchas más a ti, por escribirlo. Sin duda.
Otro abrazo Nacho.
Tampoco conocía esta reseña tuya, y me hace mucha ilusión que mi texto también te pareciera de interés. Gracias.
En fin, una pena no haber coincidido contigo en ésta.
Un abrazo.
Si me gustó, me gustó, qué se le va a hacer ;)
Otro abrazo,
nos leemos.
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