No me resulta fácil escribir sobre este libro, por el sencillo motivo de que no me ha gustado. Pues entonces no sé de dónde viene la complicación, pensaréis. Pues del hecho de que Rudyard Kipling me apasiona, era un extraordinario escritor, y en realidad los relatos integrantes de esta colección son buenos, incluso muy buenos, y me es imposible decir lo contrario. ¿Entonces? Pues el problema, supongo, está en que ninguno me ha gustado, ninguno me ha apasionado como esperaba. Ninguno me ha enganchado, como sí que lo hicieron con descaro los de la recopilación que ya reseñé aquí: El hombre que pudo reinar y otros relatos.
Por supuesto, son delicatessen técnicamente. Están todos escritos por el genio británico rayando la perfección, que sin embargo en mi caso no hace sino hacer densa casi hasta la extenuación la lectura, yendo en detrimento no sólo de la comprensión lectora sino también del logro de un adecuado ritmo narrativo. No sé si es que me ha pillado más espeso de lo habitual, pero ningún relato ha despertado por completo mi interés, y sólo he podido disfrutar de cómo están escritas las cosas, pero sólo a ratos de lo que me contaban.
Con La tumba de sus antepasados Kipling nos lleva a su India natal, escenario de sus mejores historias. A pesar de tener un arranque tedioso y excesivamente largo, es quizá el mejor relato, además del que le da título a la antología. En él, el protagonista, con familia de larga tradición allí, debe aprovechar la casi religiosa influencia de sus antepasados para solventar algunos problemas de las autoridades con la numerosa etnia influenciada. Una vez rodando, es una historia entretenida y hasta divertida, con la habitual maestría del premio Nobel hablando del Imperio, la India y sus ocupantes.
El barco que se encontró a sí mismo es un relato original y hasta cierto punto trepidante, quizá el que más. Narra la botadura de un barco y se pierde en la preciosista descripción del mismo, pero en un momento dado nos encontramos con que los protagonistas no son los tripulantes ni el pasaje, sino las piezas del propio barco, desde el palo mayor hasta el más diminuto remache, en una fluida conversación entre ellos que recuerda al funcionamiento de un mecanismo de relojería.
Con Un error en la cuarta dimensión pasamos de barcos a trenes, utilizándolos como pretexto para hablarnos en una historia un tanto difusa, pero no exenta de comicidad, sobre las disparidades de caracteres británicos y estadounidenses.
El diablo y la mar profunda es la historia con mayor vocación aventurera, y aunque vuelve a caer en hablar en exceso de la mecánica de un barco, logra cierto dinamismo en los tripulantes del mismo, contrabandistas, sinvergüenzas y supervivientes natos. Su final abrupto resulta algo extraño por lo abierto en una historia muy definida.
Gato maltés, señalado como el mejor relato de polo de la historia, es para mi sorpresa —pues no me interesaba nada a priori— en verdad entretenido. De igual manera que dos cuentos atrás se nos contaba un viaje en barco desde la original óptica de las piezas del mismo, ahora la narración de un partido de este deporte viene de la mano de los caballos que participan en el mismo.
Por último, con Mi domingo en casa, con tren de fondo, una historia mitad cómica, mitad surrealista, vuelve a hablarnos de las diferencias culturales entre los ingleses y sus vecinos americanos.
En nuestra manzana, de R. A. Lafferty – Miniespecial R. A. Lafferty I
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En nuestra manzana (In Our Block), de R. A. Lafferty, apareció en el número
de julio de 1965 de la revista Worlds of If, editada por Frederik Pohl, y
en 19...
Hace 22 horas
2 comentarios:
Una nota por si te sirve: "to be between the devil and the deep blue sea" es una expresión hecha en inglés que significa lo mismo que "estar entre la espada y la pared" en castellano. No he leído el relato pero he pensado que a lo mejor era como lo que hacía Lope de Vega: tomar un dicho, un refrán o una canción populares que todo el público conociera y a partir de ahí crear una trama para un relato u obra de teatro.
Interesante apunte, gracias por él.
Muy probablemente escogiera el título de El diablo y la mar profunda de ahí, pues realmente trata de una situación límite.
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