La primera vez que vi tus ojos no los miré, pues me estaba fijando en otras partes de ti.
La primera vez que miré tus ojos me di cuenta de que iban a juego con el resto de tu perfección, y decidí que me gustabas.
La segunda vez que te miré a los ojos, éstos me miraron a mí también, desnudando mis intenciones, pero esto me hizo sentir mejor.
La siguiente vez me di cuenta de que tu iris era del mismo almendrado que tu pelo, y este es uno de esos pequeños fetichismos personales que hacen que si alguien me gusta, me guste más aún de lo que lo hace antes de descubrir el detalle. O al menos fue fetiche a partir de aquel momento.
Después, te miré y noté algo raro, no sabría decir el qué.
La penúltima vez que te miré a los ojos sentí una extraña profundidad en tus pupilas. Profundidad literal: un espacio inmenso detrás de las mismas, cada una era un agujero negro que mientras observaba iba volcando todo lo que tenía delante hacia el interior del embudo a velocidad instantánea.
Finalmente volví a mirarte a los ojos. Y sentí miedo.
Demasiado para mí, no volví a hacerlo.
En nuestra manzana, de R. A. Lafferty – Miniespecial R. A. Lafferty I
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En nuestra manzana (In Our Block), de R. A. Lafferty, apareció en el número
de julio de 1965 de la revista Worlds of If, editada por Frederik Pohl, y
en 19...
Hace 1 día
5 comentarios:
¡Qué bonito! ¿De quién es?
Muchas gracias.Todo lo que se puede encontrar aquí con la etiqueta de relato es mio.
yo también conozco alguien con 2 agujeros negros en los ojos. me gustó
Aaaa, qué interesante... éste me parece diferente al resto, quizá menos oscuro, a pesar del título. :)
Como ya te comenté, me gusta el cuento, pero me da a mí, en mi humilde opinión, que el motivo sería mejor para un poema.
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