Si redujéramos a la mínima expresión lo que pudiéramos decir sobre Rechicero (1988), probablemente nos quedáramos con un “más de lo mismo”. Esta expresión, habitualmente peyorativa, no obstante resultará positiva para los habituales lectores de sir Terry Pratchett en cuanto la vean aplicada, y es que con el inglés este más de lo mismo, y más siendo una novela del Mundodisco, significa que el lector pasará un buen rato pasando páginas muy bien escritas de la mejor sátira fantástica.
Rechicero es la quinta novela del Mundodisco, y como es habitual en este caso, es independiente y autoconclusiva. Además, es la primera en la que regresa a uno de sus personajes fundamentales, Rincewind, que ya protagonizara la apertura de la macrosaga con El color de la magia y La luz fantástica, que bien pueden considerarse una unidad. Recordemos que Rincewind es un mago, aunque eso sí, el mago más inepto del disco pues no es capaz de realizar un solo hechizo, lo que trata de suplir con un increíblemente desarrollado instinto de supervivencia, muy útil dada su por otro lado inusitada tendencia a encontrarse en el vórtice de peligrosas catástrofes potencialmente destructoras del mundo, como será el caso.
Rechicero es una novela sobre la magia y los magos. Cuando un octavo hijo tiene un octavo hijo, este se convierte en mago, y suele reunirse con los de su calaña cerca de la Torre del Arte de la Universidad Invisible, en la singular megalópolis de Ankh-Morpork. Allí emprende sus estudios mágicos y se contagia de la ambición del resto por ir subiendo de nivel en la universidad, de una manera quizá no muy limpia, aunque desde luego organizada y dentro de unas normas, como el celibato. Pero, ¿qué ocurre cuando el octavo hijo de un octavo hijo, y por tanto mago, se enamora y empieza a traer niños al mundo, hasta llegar a ocho? Pues ocurre que ese bebé ya no será mago, sino rechicero, es decir, poseedor de una salvaje capacidad para la conjuración que excederá la de cualquiera de sus precedentes. Si además, su ambicioso padre escapa a la Muerte escondiéndose en el bastón de su hijo, quizá este no tenga el mejor de los consejeros posibles. Y este es el punto de partida de Rechicero. A partir de ahí, todo viene rodado, aunque las ruedas sean cuadradas.
Además de Rincewind, reconoceremos a viejos amigos como la Muerte, siempre tan atenta, el voraz Equipaje, que experimentará inauditos sentimientos para ser eso… un equipaje con cientos de patitas y un estómago sin fondo, o el bibliotecario orangután, capaz de decirlo todo diciendo solo Oook, que dejarán algunos grandes momentos. Además encontraremos nuevos personajes como el citado rechicero, la mortífera Conina (hija de Cohen el Bárbaro), con una vocación más mundana que la de su padre, estupendamente dibujada y por ello quizá algo desaprovechada. También conoceremos a Nijel, un héroe literalmente de manual, aunque sea a medio leer, o Creosoto, una especie de sultán de las mil y una noches, obra directamente referenciada entre estas páginas tanto por la figura de este como de su orientalizada ciudad Al-Khali y los secretos que esconde. También destacará el sombrero de archicanciller, aunque su fuerza se diluya levemente con el paso de las páginas.
Este es el escenario y los personajes. Y Rincewind en medio de una lucha ultradestructiva de rechicería contra magia “normal” y todo lo que se cruce por medio, humano, divino, de arena o granito, hasta el punto de que el conflicto parecerá irremediablemente abocado al Apocrilipsis.
En definitiva: más de lo mismo. Trama enrevesada y divertida, personajes esperpénticos y escritura de calidad. En cuanto a mi impresión personal, por marcar esas pequeñas diferencias con otras obras similares, no creo que tenga una historia tan redonda como Mort, ni que resulte tan hilarante como Dioses menores, por mencionar un par de novelas mundodisqueras que han pasado por aquí, pero ello no implica que no merezca la pena. Es más, al cerrar el libro, ya me estaba preguntando inevitablemente cuál sería la siguiente novela del gran Pratchett en llevarme a las manos.
Por último, un par de citas (o siete) de la misma:
“El pobre no fue más que una coma en una página de la historia. Es triste, aunque de algunas personas no se puede decir mucho más.”
“En algunas zonas de la ciudad, la curiosidad no sólo mataba al gato, sino que además luego lo tiraba al río con pesas de plomo atadas a las patas.”
“Las cosas son muy duras en la cima, y probablemente son aún más duras en la base, pero en el camino hacia arriba son tan duras que con ellas se podrían hacer herraduras. Para entonces, todos los inútiles, los vagos, los idiotas, o los desgraciados sin suerte, han quedado fuera de la carrera, el terreno está mucho más despejado.”
“Por lo general, los héroes tienen la habilidad de correr enloquecidos por lugares a punto de derrumbarse que apenas conocen, salvar a quien haga falta y salir antes de que todo vuele o se hunda en un pantano.”
“En la bañera de la historia, la verdad es tan difícil de aferrar como una pastilla de jabón, y aún más difícil de encontrar...”
“A los magos no les gusta mucho la filosofía. Por lo que a ellos respecta, se puede aplaudir con una sola mano, lo que pasa es que se hace la mitad de ruido.”
“Cuando un morporkiano pelea, le gusta tener una diferencia numérica de veinte contra uno, pero si no puede contar con eso, un ladrillo en un calcetín y un callejón donde acechar eran mejores que dos espadas mágicas.”
Zendegi
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