Por fin, tal y como prometí, tras leerlo este verano y dejarlo reposar un par de meses, voy a hablaros de la novela fantástica del año en cuanto a repercusión mediática, ventas, y esperanzas generalizadas del fandom depositadas sobre ella: Danza de dragones, de George R. R. Martin. Por supuesto, si no sois seguidores de Canción de Hielo y Fuego, ésta no es vuestra reseña, pues se refiere al quinto tomo de una saga de más de mil páginas de media por cada pieza, y como empecé con el blog más en serio a finales del 2009, no encontraréis aquí las reseñas de las anteriores partes, que leí por última vez sobre el 2005. Así voy a dar por leídos los cuatro anteriores volúmenes, y como siempre, no desvelaré detalles de la trama de éste (recuerdo mi política de spoilers cero en el blog) y si realizo algún comentario más comprometido, avisaré para que os lo saltéis por si no lo habéis leído todavía.
Empecemos por lo obvio: Martin es un gran narrador, un escritor de talento, y con Danza lo sigue demostrando, resultando netamente superior a Festín de Cuervos, el anterior, ya consolidado como el más flojo de la saga. Continúa con la estructura de capítulos con uno de los protagonistas como narrador que se ha hecho célebre al más puro estilo folletinesco marca de la casa, esto es, con un clímax al final de cada capítulo que espolea la lectura hacia el siguiente. De esta manera, en este aspecto no solo no defraudará a la legión de seguidores sino que les gustará más, pues seamos francos, es más divertido leer capítulos narrados desde el POV (Point Of View, punto de vista) de Jon, Tyrion o Bran que, como en el anterior, Sansa, Brienne o Aeron Greyjoy. Así, si en un libro pones muchos POVs aburridos, tenderás a que el libro sea aburrido, mientras que si en otro los POVs son los elegidos por la afición, el libro será entretenido. Danza de dragones es un libro muy entretenido, indiscutiblemente.
Como he dicho, algunos de los POVs son los típicamente considerados como favoritos. Quizá el más interesante sea de nuevo Jon, entremezclado muy a su pesar en politiqueos varios mientras brega con los salvajes, con Stannis, su mujer, su bruja (grande Melisandre, cómo no), reconstruyen los fuertes del Muro y tiene una guerra contra los Otros al Norte y otra al sur no tan distante como querría. Bajo mi punto de vista el otro gran narrador es Hediondo, un personaje deliciosamente construido, magnífico contándonos la belicosidad en el norte dada su proximidad a los crueles Bolton. Bran, a quien mil páginas atrás dejamos más allá del muro, también nos cuenta una historia muy interesante profundizando en sus poderes místicos, si bien quizá sepa a poco. Todos los capítulos de los hijos de Ned atrapan, claro que deseamos dejarnos atrapar. Rondando por escenarios nuevos, con acompañantes nuevos (y otros no tan nuevos) tenemos a un Tyrion medio alcoholizado, pero que a poca oportunidad que le demos será el enano depravado pero genial de siempre. Por supuesto, también hay POVs nuevos, entre los que destacaría a Jon Connington, con una trama asociada que da y puede dar mucho juego, o Barristan Selmy, al que es un placer leer. También hay personajes nuevos, de Dorne y especialmente de más allá del Mar Angosto. Y POVs y personajes cuya presencia es sorpresiva y no diré. Todos ellos, bien. Y luego está Daenerys.
Si la “macrotrama del norte” de Jon y Hediondo es una de las principales, la otra es la de Daenerys y los esclavistas, pero si bien la primera resulta dinámica y a veces hasta vibrante, la segunda es espesa, y los capítulos de la khaleesi, aunque también tengan sus aciertos, dan la impresión de más que ocupar, rellenar demasiado espacio. A pesar de tener momentos memorables a lo largo de la saga, nunca había sido una de mis favoritas, pero ahora se ha convertido en Daenerys la Cansina, opinión que he contrastado con otros lectores de mi confianza, por si se me había atragantado solo a mí especialmente. Pero no, la danza da algunos traspiés cuando la baila la Madre de Dragones. Una pena, porque quizá centrándose menos en ella y en su entorno, no solo el conjunto hubiera mejorado, sino que también lo hubiera hecho esa parte, evitando así una sensación inmovilista que desgraciadamente se contagia a otros pasajes de la novela. No obstante, no es esto lo peor que tengo que comentar sobre Danza de Dragones.
Aquí me meto levemente en la historia, con lo que aunque no la destripo, quienes no queráis saber nada antes de leerla, saltaos este párrafo. Como he comentado, la Danza gira fundamentalmente sobre dos ejes: el del norte y el de Danny en Meereen, acosada por esclavistas y cortesanos. Así, todos los acontecimientos se dirigen hacia ciertas soluciones narrativas tanto en el norte de Poniente como en Meereen. Martin nos cuenta muchos acontecimientos interesantes en su novela, pero dedica 1200 páginas a construir con todo lujo de preparativos la llegada a estas dos soluciones, ¡y no alcanza ninguna de ellas! Entiendo perfectamente que mucha gente crea que le han tomado el pelo, pues si bien llega a puntos importantes en tramas secundarias, la novela parece castrada. Da la impresión que ya daba en Festín: Martin ha perdido el sentido de la autoconclusión que tuviera magistralmente cerrando las tres primeras partes: con puertas abiertas, sí, pero dejando las más importantes, al menos, entornadas.
Así, resumo de manera abstracta las anteriores pegas en que para nada es una novela autocontenida. El bueno de Martin, ante estas críticas nos pide que no se juzgue su obra hasta no verla completada, pues es de una dimensión tan colosal que solo viéndola entera se puede alcanzar la perspectiva necesaria como para comprenderla. A decir verdad, aunque fuera cierta, tal afirmación me parece una sobrada por su parte, pero ya sabemos lo alto que apunta; nunca ha pecado de humildad. Aun con todo, he disfrutado tanto con los tres primeros volúmenes, y a ratos con los dos siguientes, que por supuesto le concederé el beneficio de la duda: trataré de sopesar al titán cuando esté concluido, aunque la criatura le ha crecido tanto que, a estas alturas, unas partes se solapan con otras y no es sencillo disfrutarlas individualmente. Ojalá Martin sea un visionario y tenga razón, y la talla de Canción de Hielo y Fuego sea la que él espera tras The Winds of Winter y A Dream of Spring, los títulos restantes. Mientras tanto podemos leer a otros autores de gran talento en literatura fantástica como Rothfuss, Sapkowski o Sanderson, cuyos libros, aunque formen parte de sagas, somos capaces de disfrutar en su completitud individualmente.
De todas formas, no me malentendáis. Solo digo que Danza es complicado, de fronteras difusas y con detalles importantes que me hacen torcer el gesto. Pero sigue siendo Martin y su mala baba, sigue siendo Canción de Hielo y Fuego pura y dura, política, sexo, sangre, conspiraciones, luchas al sol y a la sombra y personajes desarrollados de maravilla, sigue siendo una narración excelente y una lectura obligada para los aficionados al género, entre las mejores que pueden llevarse a las manos, sin lugar a dudas.
Os dejo por último alguna cita de entre sus páginas, con su estilo clásico ya patentado:
“ “Lo mejor en la vida es estar borracho, y lo segundo mejor es estar salido”, decidió. Lo hacía sentir vivo.”
“- Nadie se ha muerto por hincar la rodilla –le había dicho su padre en cierta ocasión-. El que se arrodilla puede volver a levantarse con una espada en la mano. El que no se arrodilla se queda muerto, eso sí, con las piernas bien derechas.”
“Los amigos de verano se derriten como la nieve de verano, pero los amigos de invierno son para siempre.”
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En nuestra manzana (In Our Block), de R. A. Lafferty, apareció en el número
de julio de 1965 de la revista Worlds of If, editada por Frederik Pohl, y
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Hace 1 día
7 comentarios:
No te veo descontento con esta quinta entrega, que no he leído, razón por la cual no he acabado de leer el post... Me alegra saberlo, me alegra mucho, pues el IV de la Canción me resultó bastante irregular (tiré de lectura en diagonal, qué remedio), tras el tercero, acaso el mejor.
Buenas noticias. Sabré de Jon Nieve otra vez, y del mundo del muro —lo que más me gusta— cuando el invierno vuelva a aullar en ciudades y aldeas.
Saludos. ¡Buen artículo!
¡Al fin tu esperadísima reseña del libro!
Muchas de estas cosas ya me las habías comentado, pero aún así tengo muchas ganas de empezar ya con su lectura. A mi hasta "Festín de Cuervos" me gustó mucho, así que no me cabe duda de que éste me encantará.
En realidad algo descontento sí que estoy, pero en la reseña trato de ser ecuánime y señalar también los aspectos positivos, porque los tiene.
Para mí estarían como mejores los tres primeros a un nivel similar, a mucha distancia éste, y por último Festín.
Un saludo, y gracias por comentar.
Gracias a ti también, BSB, y ya sabes, si bajas tus espectativas y tu nivel de exigencia, probablemente te gustará más.
Muy buena reseña, Pedro, enhorabuena por ella.
¿Qué decir? Para mí, la Madre de los Dragones me resulta cansina incluso en la serie de televisión que tantas libertades se ha tomado con estos personajes en algunos aspectos y en otros ha sido demasiado fiel.
Muy buena reseña, creo que das en el clavo tanto en lo positivo como en lo negativo. En realidad ya sabes lo que pienso de este libro, y yo ya sabía más o menos lo que pensabas tu, pero siempre es un placer leerlo tan bien expresado. Ojalá el próximo "Vientos del invierno" sea la confirmación de que Martin estaba en lo cierto, y que lo complicado de éstos dos últimos libros sea compensado con creces en los siguientes... En todo caso, lo que si que espero es que pase lo que pase sigamos todos comentándolo en tu blog!
Gracias a los dos por vuestros comentarios.
Carlos, a mí la Daenerys de la serie no me carga en absoluto, todo lo contrario. Quizá sea porque Emilia Clarke es un rato agradable a la vista o porque solo tengo que pasar seis o siete minutos seguidos con ella, jeje.
Suto, espero yo también comentar el próximo: será señal de la salud del blog... y de la mía propia ;) Y con un poco de suerte que no sea tan de claroscuros como éste. Martin sabe hacerlo, a ver si se aplica.
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