miércoles, 24 de noviembre de 2010

¡Es Quatermass, el científico!

Si a un aficionado medio español actual a la ciencia ficción se le pregunta por Quatermass, probablemente responda que o no sabe de lo que se le está hablando, o si es un cachondo, que es el de las minas del rey Salomón. Algunos dirán que les suena de alguna peli antigua.

Para el aficionado inglés esto sería sacrilegio. Para ellos es un personaje de culto. La BBC hizo 3 series en los 50. Thames otra más a finales de los 70, e incluso la BBC Four hizo otra en el 2005. También se han rodado otras cuantas películas. Tras las primeras series, y también en los 90. Olvidémoslo todo, menos las tres primeras películas, basadas en las series homónimas de los 50, y es que estas películas son de la productora Hammer.


Ahora toca hacer un breve inciso y recordar que la Hammer es la productora de terror por excelencia. Por ella en el imaginario popular Christopher Lee es el Conde Dracula, sin ir más lejos, y además de lanzar la carrera de actores como Lee o Peter Cushing y directores como Val Guest y Terence Fisher, la productora tenía una serie de personajes franquicia como el propio vampiro, la momia, Frankenstein, … O Quatermass.

El doctor Bernard Quatermass es un héroe atípico. No resuelve los problemas por la fuerza, sino mediante su privilegiado intelecto. Trabaja para el gobierno británico y está especializado en cohetería, lo cual no quiere decir que no sepa más que cualquier otro especialista científico en su propio campo, si se esfuerza. Enérgico en sus procesos deductivos y firme en sus conclusiones, es tremendamente abierto de miras en sus planteamientos y tiene la obstinación de librar a la Tierra de amenazas de alienígenas de todo tipo.


En El Experimento del Dr. Quatermass (The Quatermass Xperiment, 1956), el eminente científico logra lanzar al espacio el primer cohete tripulado, pero cuando están “ahí arriba” algo se tuerce, y no precisamente los tanques de oxígeno. Al regresar y estrellarse en plena campiña inglesa tan solo uno de los astronautas ha sobrevivido y los trajes de sus compañeros están vacíos. El superviviente se encuentra en un lamentable estado físico, además de en shock psicológico; nada parece hacerle reaccionar. Una terrible amenaza aguarda su momento, y es que ha tenido contacto con algo que no es de este planeta.

Se trata de una película atrevida para su tiempo, en el que la ciencia ficción, más allá de ciertas novelas hoy convertidas en clásicos, rara vez se asomaba a ventanas al gran público, y cuando lo hacía no era tomada muy en serio. Actualmente somos perros viejos y los efectos de la película así como “los monstruos” nos parecerán ridículos. Yo más bien los calificaría de “entrañables”. Por otro lado no puedo dejar de mencionar que la película brilla con luz propia en las sombras: cuando deja intuir algo y no lo muestra, cuando vemos la reacción ante algo espantoso, pero no el propio espanto. El superviviente del viaje espacial es realmente inquietante, difícil de olvidar. Es todo esto una constante para todos los films.

Al final, Quatermass tendrá que enfrentarse sólo con su ingenio, al horror espacial que podría suponer la condenación, en el más curioso de los escenarios: la abadía de Westminster.


En Quatermass 2 (1957), también con Val Guest dirigiendo y Brian Donlevy como el doctor, el gobierno cancela el proyecto de cohetería del intrépido científico el mismo día que en su laboratorio descubren una serie de pequeños meteoritos cayendo sobre una zona muy concreta de la geografía inglesa. Al investigarlo descubrirá que no son meteoritos exactamente, sino pequeñas cápsulas lanzadas desde el espacio que, por decirlo así, “liberan” una agresiva forma de vida extraterrestre al abrirse.

La película está íntimamente relacionada con otro clásico, La invasión de los ladrones de cuerpos, de tan sólo un año antes, si bien aunque comparta ciertos elementos comunes (no estoy desvelando nada, se descubre a los diez minutos), tiene entidad propia.

Al final el supercientífico habrá de urdir una estratagema para liberar al planeta de la amenaza externa desde la que llegan esos meteoritos así como de la de los que ya han alcanzado el planeta al mismo tiempo.


Por último llegó ¿Qué sucedió entonces?, curiosísima traducción de Quatermass and the Pit, 1967, o de su título alternativo, Five Million Years to Earth. Lo hizo una década más tarde y con nuevo director: Roy Ward Baker, y nuevo actor principal: Andrew Keir. También se suaviza el carácter del mismo, dejando la prepotencia algo aparcada (no del todo, claro), siendo ahora más amable.

En esta ocasión, los alienígenas no llegan a la Tierra, sino que ya están en ella y son encontrados accidentalmente, desatándose una serie de acontecimientos que pueden tener funestos resultados.

Cómo no, Quatermass tendrá que ideárselas para que los durmientes no provoquen la hecatombe en un pandemónium final que, quizá por el ritmo más tranquilo de la película, por contraste llega a inquietar más que en sus predecesoras.

En general, las películas de Quatermass no destacan por sus efectos, hoy día quizá pueriles (entrañables, insisto, entrañables), pero sí que proporcionan original entretenimiento vintage para un rato en el que un abnegado doctor será el salvador de varios intentos de invasión alienígena, con métodos poco ortodoxos y realizando una serie de planteamientos de clásica ciencia ficción en verdad interesantes, como los contactos con extraterrestres, desde ambos puntos de vista, sus bien diferentes naturalezas físicas y psicológicas, heterogéneos comportamientos, o formas de, llegado el momento, invadirnos.

Además, gracias a ese inigualable toque pulp único de la factoría Hammer, de igual manera que al entrar en una habitación un hombre con una afilada estaca de madera en la mano, alguien exclamará: ¡es Van Helsing, el cazavampiros!, ahora al entrar el doctor de aspecto taciturno, sosteniendo unos papeles llenos de notas, ese alguien gritará excitado: ¡es Quatermass, el científico!

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