Maldito yo soy entre todos los hombres y maldito es el fruto de mis esfuerzos. Y no lo pienso por primera vez en este preciso instante, sentado en una incómoda roca al borde de un rompeolas, con la marejada llamándome a gritos y el salitre suspendido en el aire va adhiriéndose a mi piel como la boria pegajosa que acaba de surgir en el valle, solo que no acaba de surgir, lleva ahí desde hace tanto tiempo que lleva ahí desde siempre.
Los cantos afilados de la roca se me clavan en el culo. Aunque no soy masoquista, no me muevo, pues esta desagradable desazón me recuerda que soy una criatura sensible, con inclinaciones y motivaciones, con ideas, aunque éstas se vean estrujadas dentro de mis sesos cuando la descomunal mano de un golem de piedra me agarra por el cuello, y empieza a apretar mi cabeza como una nuez en la palma de su mano. Siento el rechinar de los dientes a punto de romperse unas piezas de porcelana contra las otras, deja de moverse la sangre al prohibirse la circulación en ambos sentidos, el esternocleidomastoideo se dobla como la paja bajo el tornado y los ojos se salen de sus órbitas desorbitadas. Si pudiera abrir la boca chillaría como la mandrágora recién arrancada de la tierra. Envenenando con el grito al que la sostiene.
Las explosiones de agua unos metros más abajo me salpican los pies después de elevarse impetuosamente tratando de alcanzar el cielo con nubes de espuma rabiosa. Nunca lo logran. Siempre se estrellan, fallidas, y se disuelven.
Un bicho asqueroso, un ciempiés, culebrea desagradablemente tres o cuatro rocas más abajo, luchando contra el agua y el viento. No deja de ser el ratoncillo maltrecho en las garras del gato juguetón, su amo y señor, que lo deja malvivir permitiéndole moverse sólo tímidamente mientras lo mira de reojo, pues si lo hace con alegría, si su cuerpo recupera la viveza, vuelve a darle un zarpazo, y el centípedo que había escalado a la cima de una esperanzadora roca vuelve a caer dos cuando una ola lo golpea con virulencia, con saña felina.
Paradójicamente la resignación, que es un arma muy poderosa, hace abrirse la mano del golem, rompe su bloqueo. Esta circunstancia abre el paso a la sangre en mi cabeza, y junto a la misma fluyen las ideas.
Por sorpresa corretea entre mis pies el ciempiés. De alguna manera ha sido iluminado por la gracia divina y ha encontrado una ruta de escape. Trato de resistir la tentación de aplastarlo bajo mi bota, y lo consigo. Gracias a mi magnanimidad la repulsiva criatura huye lejos del océano asesino.
Puede que sea como pagarle a una puta para que te golpee sin que te guste el sadomasoquismo, pero…
Basta ya de metáforas, voy a volver a intentarlo.
Los seis signos de la luz
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(aunque previamente, en 2013, ya había cosechado el Premio Mundial de
Fantasía a tod...
Hace 7 horas
4 comentarios:
Maldito
Puta
Iluminado
Esternocleidomastoideo
Mandrágora
Circunstancia
Amo
Ola
Gato
Centípedo
Éstas son las 10 heterodoxas palabras que debía incluir un cuento más o menos corto en un minicertamen veraniego que vengo haciendo con mi amigo Cuentacuentos (Páginas, páginas: Los Murmullos de la Anciana) y con los que quieran apuntarse. ¿Alguien se anima? A mí me ha salido lo que acabáis de leer.
¿Cómo habéis elegido las palabras?
Pues de manera totalmente aleatoria: en un bar con un numeroso grupo de amigos, se le preguntó por la primera palabra que se les pasara por la cabeza a 10 de ellos, sin que supieran para qué era.
Buen cuento, caballero.
Cada día te vas superando. Buena estructura infinita. Luego le doy otra lectura en serio -no sólo mirando cómo encajabas las palabras, jeje-, que ha estado interesante.
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