miércoles, 14 de noviembre de 2012

Obras maestras: Cristal Oscuro (1982), de Jim Henson y Frank Oz

Cuando era niño tuve la inmensa suerte de que en los programas infantiles que me tocó ver en mi época, un genio creador pegara un latigazo a mi imaginación para hacerla avanzar al galope. Hablo del Barrio Sésamo de Espinete (1983-1988), salteado por las maravillosas marionetas de los Teleñecos, y sobre todo por la fantástica serie Fraguel Rock (la americana Fraggle Rock, desde el 84 en España). El erizo rosa era autóctono, pero los otros dos hitos televisivos, que nos quedaron marcados al rojo a los que nacimos en los últimos setentas y primeros ochentas venían directamente de la mente calenturienta de Jim Henson, el mencionado genio.


Pues en su mejor momento creativo, con los muppets funcionando a pleno rendimiendo y un poco antes de que los fraguel echaran a cantar, Jim creo la que para mí es la gran obra maestra de su carrera: Cristal Oscuro (1982). Sí, vale, los teleñecos llevan desde los 50 dando guerra ininterrumpidamente, y los rockeros compusieron una serie más corta pero perfecta. Por supuesto que también está Dentro del Laberinto (1986), que es maravillosa, pero ninguno de ellos me ha dejado la boca tan abierta ni hecho latir el corazón con el sentido de la aventura y la explosión de fantasía con que lo hizo Cristal Oscuro la primera vez que la vi, ni despertado la admiración de la última. Desde mi punto de vista, si el stop-motion de Tim Burton (por no remontarnos a Ray Harryhausen) tuvo su clímax en Pesadilla antes de Navidad, el cine de marionetas lo tuvo con Cristal Oscuro.


Antes de seguir debo añadir en los créditos de la película a Frank Oz como codirector (era el colaborador habitual de Henson), y sobre todo al estupendo diseñador de personajes y dibujante Brian Froud, que firmó un trabajo que se ha convertido en legendario. Caben destacar también la delicada fotografía así como la sugerente partitura de Trevor Jones.

Fue la primera película de imagen real sin humanos (todo son marionetas y disfraces), pero es que de hecho tampoco salen animales "reales". Se crearon ex profeso toda una flora y toda una fauna, y no de cuatro matas y dos bichos. Aparecen decenas de criaturas diferentes, originales, llamativas, fruto de mentes enfermas: enfermas de una imaginación sin mesura. Así, cada escenario tiene vida propia, ocurriendo multitud de cosas en segundo y hasta en tercer plano. Tantas que es humanamente imposible disfrutar de todas ellas en su justa medida. No obstante tal complejidad no complica en absoluto la narración, que es clara y en ningún momento se atasca.

En cuanto a la historia, no es tan infantil como cabría esperar, pero sí sencilla, quizá demasiado plana y algo predecible para el espectador de hoy. Deudora de El Señor de los Anillos (novelas), de La trilogía de Star Wars (a falta de estrenar en aquel entonces El retorno del Jedi, también tiene escenarios de estilos similares), o del viaje del héroe clásico, o sea: queda muy manifiesto el conflicto del bien con el mal. También muchas narraciones han sido influidas por ésta, por supuesto, pero lo esencial es que conserva a la perfección el sentido de la magia y la fantasía, de las especies totalmente diferentes y exóticas, con lo que, al menos a mí me da igual que la narración esté impregnada de clasicismo, pues es ese el clasicismo el que siendo un crío me animó a soñar con mundos diferentes, héroes, criaturas traicioneras y terribles (cuyo comportamiento en este caso se escapará a los niños), aliados fantásticos, hechizos, elegidos, profecías y otras maravillas.

Y personajes inolvidables: los valientes pero debiluchos gelflings, una suerte de criaturas feéricas a las que pertenece el protagonista Jen; los místicos, grandes, sabios y de movimientos pausados e hipnóticos; los malvados skeksis cabezas de buitre siempre medrando sibilinos, cuyo diseño me fascina cada segundo que aparecen en pantalla; los temibles esbirros de los skeksis, cangrejos superdesarrollados; la imponente Aughra, extraña consejera que más parece una moira. Por no hablar de que cada escenario en sí parece un personaje más: el siniestro castillo del cristal, la fascinante torre de Aughra, el poblado de la fiesta, los pantanos… En definitiva: todo. Un mundo que descubrir, o que revisitar.

Aquí podéis ver los primeros minutos, toda una declaración de intenciones de lo que va a venir a continuación:

2 comentarios:

Entropía dijo...

Magnífica película que tuve el placer de ver en el cine (aunque era tan niño que me asustó mucho). No obstante, para mí la cumbre de Henson, también con diseños de Brian Froud, fue Laberinto (1986). Ahí equilibra mejor las ventajas de las marionetas y las de los actores de carne y hueso.

Saludos,
Entro

Unknown dijo...

Normal que te asustara, bien oscura que es.
Respecto a Dentro del Laberinto, que me encanta, yo diría que está un escaloncito por debajo de esta, quizá por el look exageradamente ochentero de Bowie y de Jennifer Connelly, mientras que toda la estética de Cristal Oscuro es autocontenida, al pertenecer a un mundo totalmente original, y así no puede depender de ninguna moda.

Un saludo, Entro, y gracias por pasarte y comentar.

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