Andaban los últimos ochenta o los primeros noventa cuando cayó en mis manos el libro del que hoy os voy a hablar: Mort. Y así me asomé al mundo del bueno de Terry Pratchett, escritor hacia el que siento una admiración que no ha hecho sino crecer desde entonces por muchos motivos. Primero porque siempre es capaz de hacerme reír, y a menudo me arranca carcajadas, lo que considero tiene especial mérito en el medio escrito. También porque, a pesar de caracterizarse por un estilo fluido, su prosa está cuidada, poseyendo más calidad de la que pueda aparentar en un primer vistazo; es Sir Terry por ello. Tampoco olvido el hecho que me hace sentir más cercano a él: a pesar de que sufre una dura enfermedad desde hace años, continúa incansable con su labor creativa; “aún hay tiempo para escribir al menos unos libros más”, afirma. Y luego, por supuesto, está el hecho de que, granito a granito (librito a librito), ha creado la que quizá sea la más descomunal obra de fantasía escrita: el Mundodisco.
Por el espacio nada una tortuga para la que la palabra gigante se queda corta. Sobre ella hay cuatro elefantes, que a su vez sostienen sobre sus lomos un disco que tiene en su superficie océanos y continentes poblados por todo tipo de criaturas, esto es, el Mundodisco. Éste es el escenario en el que Pratchett ubica su serie de novelas, que van ya para cuarenta, todas ellas autoconclusivas, por lo que los legos en la materia no deben temer encarar la que sea pues no necesitan lecturas previas para entenderlas. Eso sí, existen personajes recurrentes que aparecen en varias de ellas, formando minisagas de novelas independientes: de las brujas, de los magos, de la guardia,… Aunque el personaje aparezca en prácticamente todos los libros, Mort es, sin lugar a dudas, el libro de la Muerte. Además, es una de las mejores opciones de un lector primerizo para aterrizar en el Disco.
La Muerte es un esqueleto de más de dos metros, capucha negra y guadaña incluidas, de voz tan superlativa que HABLA TODO EL RATO EN MAYÚSCULAS. También es la abnegada madre (adoptiva) de una eterna adolescente, la rolliza Ysabell y cabalga sobre la grupa de un corcel que no se llama Destrucción, Infierno ni Espectro, sino Binky. Vive en un plano algo anodino creado por ella misma con su hija y un sirviente (el vetusto Albert), cuando decide tomar a su cargo un aprendiz llamado Mort, un chico considerablemente inútil, todo rodillas, y con la manía de querer averiguar la razón de todo. Pronto surgirán los conflictos, a medida que la Muerte se humanice al conocer los divertimentos de los hombres y Mort desempeñé su nuevo papel, no sin problemas. Más antes que después, la situación, y con ella la realidad del Disco, parecerá abocada al desastre.
Mort, cuarta entrega del Mundodisco, es un libro divertido, muy divertido, como no podía ser de otra forma con un maestro del humor como escritor. No obstante, al contrario que alguna otra novela de la serie, no da la sensación de ser una sucesión de gags en determinados momentos (como El color de la magia y La luz fantástica, obras fundacionales de este universo mágico) y supera en consistencia a la tercera: Ritos iguales. Nos encontramos por tanto ante una de las obras más equilibradas de Pratchett, dotada además de un gran ritmo narrativo, aparte de una de sus historias más interesantes. Por ello apuntaba que se trata quizá de uno de los mejores puntos de partida posibles para conocer el Mundodisco. Y una vez que lo conocemos es difícil no regresar esporádicamente a él, cuando deseamos alguna lectura de calidad y entretenida, pero no demasiado exigente, después de algún mamotreto de digestión pesada, antes de encarar alguna larga saga, si nos apetece reír un rato o sencillamente por el placer de leer la fantasía imaginativa de Pratchett.
Yo, particularmente, siempre vuelvo al Mundodisco. Y empecé por Mort.
Ahora, unos extractos. En el primero juraría que habla de Shakespeare, o de la tragedia clásica griega, que tampoco está tan lejos:
“En las obras que interpretaban había invariablemente un
rey. Los reyes se pasaban la vida matándose entre sí o siendo víctimas
de asesinatos. Los argumentos eran bastante complicados y en ellos
intervenían elementos tales como identificaciones erróneas, venenos,
batallas, hijos perdidos tiempo ha, fantasmas, brujas y, casi siempre
montones de dagas. Como estaba claro que ser rey no era ningún chollo,
resultaba sorprendente que la mitad del reparto intentara convertirse en
soberano. Mort tenía una idea muy vaga de lo que era la vida palaciega,
pero se imaginaba que nadie dormía demasiado.”
“Cuando montó el mundo, el creador tuvo muchas ideas notablemente buenas, pero entre ellas no estaba la de hacerlo comprensible”
“Dejando de lado los guisantes y los colchones, a través de los años la pura selección natural había establecido que las familias reales que sobrevivían más eran aquellas cuyos miembros lograban distinguir un asesino en la oscuridad por el ruido que no hacía, porque, en los círculos cortesanos, siempre había alguien dispuesto a trocear a alguien con un cuchillo”
“Ya se percataba de que el amor lo hacía sentir a uno acalorado, frío, cruel, débil, pero no se había dado cuenta de que podía convertirlo en un estúpido”
“La historia se va deshaciendo despacio, como un jersey viejo. Le han puesto parches y la han zurcido muchas veces, la han vuelto a tejer al gusto de diferentes personas, la han metido en una caja, debajo del fregadero de la censura para acabar cortada a trozos para hacer de trapo de la propaganda, y sin embargo, al final, siempre logra recobrar su antigua forma. La historia tiene la costumbre de cambiar a las personas que se creen que la están cambiando a ella. La historia siempre se guarda unos cuantos ases en la manga gastada. Hace mucho tiempo que anda dando vueltas”
“Mira que son curiosas las cejas, pensó. Nunca reparas en ellas hasta que te faltan”
Zendegi
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Aunque Greg Egan es conocido sobre todo por su ciencia ficción ultradura,
de vez en cuando sorprende con algo totalmente distinto que descoloca un
poco a s...
Hace 5 días
2 comentarios:
Hola,
Gracias por tu articulo... Soy un gran fan del maestro Pratchett... Y curiosamente con el que empeze fue con Mort.
A dia de hoy tengo toda la coleccion en Castellano e Inglés... y creo que vale la pena leer a Pratchett en el idioma original.
Abrazo
Christian Alves
Gracias a ti Christian, por pasarte por aquí y comentar.
No creas que no me gustaría leer a Sir Terry en su propia lengua, pero me temo que mi nivel no pasa de la Rowling. Leí A feast for crows de Martin y me resultó muy complicado y nada placentero, así que os dejo los libros de más calidad en inglés a los que podéis con ellos.
Otro abrazo.
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