lunes, 4 de junio de 2012

RESEÑA:Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza

Es Eduardo Mendoza un creador heterogéneo. Por un lado escribe libros serios, sobre los que no hablaré por no haber leído ninguno de ellos, pero que en general están muy bien considerados (es, por ejemplo, el penúltimo premio Planeta). Por otro lado, también ha firmado una buena cantidad de patochadas geniales, como la trilogía de novelas detectivescas autoconclusivas formada por El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y Las aventuras del tocador de señoras, que devoré años ha mientras viajaba en autobús (mis mal disimuladas carcajadas eran muestra de mi deleite por aquellas páginas y entretenimiento para el resto de viajeros), o la más reciente particular revisión del niño Jesús de El asombroso viaje de Ponponio Flato, igualmente hilarante. Dentro de este Mendoza humorístico también ubicamos Sin noticias de Gurb, que casualmente no había leído hasta ahora, a pesar de ser de su primera época (1991).


En un principio, Sin noticias de Gurb fue publicado por entregas en el diario El País, mas no es comparable al folletín tan dado a aparecer en el pasado en periódicos y revistas, sino que más bien se asemeja a una tira cómica prosaica. Una vez completado, Eduardo Mendoza lo compiló y adaptó al libro actual, realizando los mínimos añadidos necesarios.

El formato empleado es el de sucesión de entradas en el diario de a bordo de un alienígena recién llegado a la Tierra, concretamente a la Barcelona urbana que tan bien conoce Mendoza. Nada más llegar, su subalterno Gurb sale de la nave en misión de reconocimiento inicial, para el que adopta la forma de la terrícola Marta Sánchez (recordemos: en aquella época sex-symbol número uno del país), por no ir por ahí llamando la atención. Al no recibir noticias de Gurb, el jefe de la expedición (formada solo por ellos dos) decide salir en su busca tomando la respetable forma del conde-duque de Olivares.

Éste es el pretexto que necesita Mendoza para realizar un análisis ligero en clave de humor de la Barcelona metropolitana y sus lugareños (en realidad trasladable en su mayoría a otras grandes urbes). La percepción de alguien radicalmente ajeno a la raza (y razón) humanas, fundamento de la historia, está tratada de forma razonablemente original, aunque no totalmente novedosa. Me viene a la cabeza la descripción que de nosotros realizaba El éxodo de los gnomos, de otro de los autores humorísticos por excelencia, el muy frecuente entre mis entradas Terry Pratchett, si bien no son obras muy comparables más allá de esta óptica y de la continua llamada a la risa.

El planteamiento servirá, unas veces en forma de reflexión vestida de colores chillones, otras mediante poco más que sucesiones de gags, para retratarnos como especie con unos puntos de vista habitualmente sorprendentes, siempre divertidos y muchas veces descacharrantes, constituyendo una lectura liviana, tanto por el tono y la estructura como por la escasa extensión de la novela, que se acaba en dos sentadas, y nos deja con la sensación de que dentro de un tiempo podremos regresar a ella, bien para volver a leerla entera, bien para abrirla por una página al azar y amenizarnos unos minutos con esta búsqueda y su personaje central adoptando formas disparatadas, charlando de forma surrealista con cualquiera que se le cruce, intentando llevar un bar, aficionándose desmedidamente a los churros, o de resaca tras una noche de brutal juerga. Esto es: poco a poco, humanizándose.

Os dejo con uno de tantos impagables extractos surgidos de la pluma del señor Mendoza:

16.00 Entro en una boutique. Me compro una corbata. Me la pruebo. Considero que me favorece y me compro noventa y cuatro corbatas iguales.
16.30 Entro en una tienda de artículos deportivos. Me compro una linterna, una cantimplora, un camping buta-gas, una camiseta del Barça, una raqueta de tenis, un equipo completo de wind-surf (de color rosa fosforescente) y treinta pares de zapatillas de jogging.
17.00 Entro en una charcutería y me compro setecientos jamones de pata negra.
17.10 Entro en una frutería y me compro medio kilo de zanahorias.
17.20 Entro en una tienda de automóviles y me compro un Maseratti.
17.45 Entro en una tienda de electrodomésticos y lo compro todo.
18.00 Entro en una juguetería y me compro un disfraz de indio, ciento doce braguitas de Barbie y un trompo.
18.30 Entro en una bodega y me compro cinco botellas de Baron Mouchoir Moqué del 52 y una garrafa de ocho litros de vino de mesa El Pentateuco.
19.00 Entro en una joyería, me compro un Rolex de oro automático, sumergible, antimagnético y antichoque y lo rompo in situ.
19.30 Entro en una perfumería y me compro quince frascos de Eau de Ferum, que acaba de salir.
20.00 Decido que el dinero no da la felicidad, desintegro todo lo que he comprado y continúo caminando con las manos en los bolsillos y el ánimo ligero.


4 comentarios:

BSB dijo...

Me han hablado muy bien de este libro y hace tiempo que tengo ganas de leerlo.
Al leer tu entrada mis ganas se han multiplicado, muy buen fragmento.

El cuentacuentos dijo...

Si no recuerdo mal, es el mismo esquema que inventa Montesquieu en sus Cartas persas: extranjero con mirada extrañada (y distante) puede analizar nuestro presente.

No me gusta mucho a mí Mendoza. El caso Savolta sí, pero tampoco me mata. ¿A ti sí te gusta bastante, Peter?

Unknown dijo...

Yo solo conozco su vertiente humorística, y a los mencionados le sumaría "El último trayecto de Horacio Dos", que sin ser genial es bastante divertido, y lo más parecido a Gurb que ha vuelto a publicar, tirando de nuevo de ciencia ficción.
Disfruté más Gurb cuando tenía 18 años que cuando lo he reeleído, pero la trilogía de la cripta embrujada me encanta

Unknown dijo...

Gracias a los tres por comentar.

BSB, te gustará, sin duda, aunque a ti quizá lo hagan más los de la saga de la cripta embrujada. Es solo una impresión.

Cuentacuentos, al Mendoza "serio" lo tengo entre los pendientes, solo conozco al cachondo, que en efecto me divierte mucho. Ya sabes, por aquello del escapismo.

Suto, Horacio Dos también salió en entregas por El País, es el otro humorístico que me falta, aunque creo que revisitaré el Mundodisco antes.

Abrazos a los tres.

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